_
_
_
_

Tenistas probeta

Los éxitos de Capriati despiertan la ambición de los padres norteamericanos

Hace cinco años, Russ y Maggie Miller no dudaron un segundo en dejar su hogar, en el sur de Nueva Jersey, para acompañar a su hija de siete años, Karin, a la prestigiosa escuela de tenis que Nick Bollettieri dirige en Bradenton, Florida, centro del que han surgido jugadores de la talla de Andre Agassi, Monica Seles, Aaron Krickstein, Jimmy Arias o Carling Basset. Los Miller constituyeron la avanzadilla de un fenómeno que, en la actualidad, se ha extendido a otros muchos padres estadounidenses y del resto del mundo, capaces de arrancar a sus hijos de la cuna, entregarles una raqueta y someterlos a duros entrenamientos con la convicción de que llegarán a campeones.

"Ningún entrenador puede decir que un niño de esta edad vaya a ser un campeón, pero, en estos momentos, el tenis es una carrera de velocidad. Es como una bomba que acaba de ser activada, y todo el mundo piensa que su hijo, si comienza a prepararse cuanto antes, será el próximo campeón. En Karin veo algo que la distingue del resto, y en el resto veo muchos padres que han visto el éxito de Jennifer Capriati y piensan que sus hijos también pueden hacerlo. Sin embargo, no se dan cuenta de que fenómenos como Capriati o Agassi surgen uno cada 15 años", explica Bollettieri.Cuando Jennifer Capriati se convirtió, a los 13 años, en una de las jugadoras más ricas del mundo, padres de todo el mundo se dirigieron a escuelas de tenis como la que posee Bollettieri y otras repartidas por Estados Unidos para seguir tan atractivo ejemplo. Cerca de Tampa, en Florida, en la escuela Harry Hopman Saddlebrook International, en la que recibió clases Capriati, niños de 10 años residen y desarrollan un exhaustivo plan de estudios a un precio de 2.500.000 pesetas anuales. Los cursillos de verano de dicho centro atraen a 200 niños cada semana. La edad media de las jóvenes promesas es de 12 años. Howard Moore, director del campo, asegura que el interés por este tipo de actividades ha experimentado un impulso sin precedentes desde el último año.

Rick Macci, responsable de los programas de entrenamiento del Greenlefe Resort y antiguo preparador de Capriati, asegura que el deseo de fabricar campeones se ha convertido en una obsesión para muchas familias. "La gente se ciega cuando ve triunfar a los jóvenes en el circuito profesional. Evidentemente, hay muchas maneras de alcanzar el arco iris, pero hacer jugar a un chico de 12 años 35 torneos al año no es una de ellas. Jennifer Capriati nació campeona, pero eso no significa que deba ser tomada como modelo a seguir. No hay otra como ella", explica Macci. El técnico considera que el éxito de Arantxa Sánchez y Michael Chang en Roland Garros en 1989, ambos con 17 años, actuó como una espoleta en las mentes de muchos progenitores.

James Loehr, prestigioso psicólogo deportivo de la Academia de Tenis Bollettieri, opina que el tenis se ha convertido en la carrera más rápida y más joven, especialmente en categoría femenina: "En el tenis masculino, a causa de que la fuerza física juega un papel fundamental, es difícil encontrar campeones como un Agassi o un Pete Sampras, menores de 18 años. Con las mujeres es distinto. Steffi Graf o Gabriela Sabatini se convirtieron en profesionales con 15 años. Actualmente, existe la impresión de que si una chica no triunfa a los 16 es porque ha dejado pasar su oportunidad".

Loehr destaca los peligros que entraña una carrera tan vertiginosa. El más obvio es el de la presión: "La mayor parte de los adultos no puede controlar la presión que rodea el circuito. En este sentido, la obsesión de los padres debería ser garantizar que el tenis hará más fuertes a sus hijos, no más débiles". Asimismo, resalta la importancia de que el padre esté junto al niño, sobre todo en las duras sesiones de entrenamiento. Es el caso de Russ Miller, siempre al lado de su hija Karin. "Hay un pequeño porcentaje de su dedicación que está dedicado a satisfacernos, pero el 95% lo hace por ella. Karin es agresiva, competitiva, en ella el tenis es una extensión de su personalidad, aunque somos conscientes de que puede llegar a cansarse", comenta Russ Miller.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_