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BALONCESTO

El Mundial no atrae público en Argentina

El miércoles próximo comienza en este país el 11º Campeonato Mundial de Baloncesto y el público argentino aún no se ha enterado. Los aficionados lo reciben como el anuncio de una serie de partidos que retransmitirá la televisión y los escasos fanáticos que siguen a los equipos de la Liga aún no han comprado sus billetes. El coste de los abonos, entre 200 y 250 dólares de promedio, es muy alto y la venta todavía no alcanza la mitad de¡ total disponible para todos los partidos. No hay estrellas ni ídolos populares que atraigan a los jóvenes y el equipo argentino sólo aspira, según ha confesado su entrenador, a ocupar un modesto quinto puesto.

CARLOS ARES, El baloncesto argentino, como otros deportes que se practicaban en el país con buen nivel de competición, no pudo atravesar el desierto de las sucesivas crisis políticas y económicas. Argentina es el único país suramericano que ganó uno de los 10 mundiales disputados hasta ahora, el de 1950. Por entonces, los equipos de fútbol dominaban absolutamente en la región y la actividad intensa y variada producía campeones de natación, atletismo, boxeo o de automovilismo, como Juan Manuel Fangio. Cuarenta años más tarde un solo dato revela "el hondo bajo fondo" -como canta el tango- al que ha descendido el baloncesto: el encuentro final del próximo torneo se disputará en el mismo estadio Luna Park de Buenos Aires donde se jugó la final de 1950. El presupuesto, la ambición y las expectativas no daban para más. Y aún hoy, a cinco días del comienzo, no se han reservado ni la mitad de las 8.848 butacas disponibles en el viejo y descascarado Luna.El equipo argentino, dirigido por el temperalmental entrenador Carlos Boismené, no logró calentar el frío invernal durante su breve temporada de preparación. Antes de disputarse la única serie internacional de partidos, frente a la selección de Cuba, el sindicalista Luis Barrionuevo regaló 3.000 localidades a la barra brava del Chacarita Juniors -una de las más temibles del fútbol- para que las repartieran entre los vecinos del barrio suburbano de San Martín. De ese modo se logró transmitir un poco de ambiente y gritos por la televisión. La selección argentina ganó esos partidos pero fue evidente el tono demasiado amistoso de la disputa. Por otra parte, la mayoría del público desconoce las reglas del juego y no tiene referencias para medir la calidad de los jugadores porque la televisión y los periódicos casi no habían ocupado de ellos hasta el momento.

Campaña de promoción

El Comité Ejecutivo Mundial de Basketbol (Cemba), que dirige personalmente el director nacional de Deportes, Fernando Galmarini, inició hace 20 días una intensa campaña de promoción del torneo. Miles de anuncios se pegaron en las calles de Buenos Aires y de las ciudades donde se jugarán los encuentros, Rosario, Santa Fe y Córdoba. La cadena oficial de televisión montó con urgencia un programa que se emite los domingos por la noche para difundir las reglas del baloncesto y las trayectorias de las principales potencias. La presentadora de ese programa ignora todo sobre el deporte y consulta sus dudas con un humorista gráfico que es aficionado al baloncesto.

Desde que Argentina fue designada sede del torneo en el congreso previo al campeonato Mundial que se disputó en España hace cuatro años, la Federación Internacional (FIBA) estuvo dos veces a punto de modificar su decisión y ofrecerle la organización a Puerto Rico. Primero fue el secretario de Deportes del Gobierno que presidía el radical Raúl Alfonsín quien asumió el compromiso en nombre de la organización y luego intervino el actual jefe del Estado, Carlos Menem, para garantizar la realización de las obras necesarias en casa sede. Así nació el Cemba, una sociedad del Estado que desplazó a la Confederación Argentina de Baloncesto y que será disuelta tras rendir las cuentas finales.

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