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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Respuesta a Walesa

LA DIVISIÓN de Solidaridad se ha consumado. El primer paso fue la creación de un partido presidencialista, la Alianza para el Centro, cuyo objetivo esencial es llevar a Lech Walesa a la presidencia de Polonia. Y ahora acaba de constituirse un segundo partido político, el Movimiento Cívico de Acción Democrática (MCAD), encabezado por sus principales figuras de la época de clandestinidad y por políticos e intelectuales prestigiosos, como Miclinik, Kuron y el cineasta Wajda, que se fija como tarea fundamental apoyar la política del Gobierno de Mazowiecki y acelerar la transición.Conscientes de las dificultades del momento, los promotores de este segundo partido hicieron los mayores esfuerzos por evitar la división. El Gobierno de Mazowiecki está llevando a cabo una reforma económica con terapia de choque, con resultados impresionantes en cuanto al control de la inflación y la liquidación del déficit, pero que acarrea a la vez altos costos sociales, con un paro en aumento y un descenso del nivel de vida. Para llevar adelante esta política, sin la cual Polonia podría caer en un estado caótico, conviene a todas luces que exista un entendimiento lo más amplio posible. Pero Walesa, rodeado actualmente por unos consejeros muy influidos por concepciones nacionalistas, e. incluso antisemitas, no ha querido contribuir a esa unidad y ha puesto por encima de todo su ambición de ser presidente. En tales condiciones era inevitable la división. Y cabe señalar como un hecho favorable que hayan acertado a agruparse en el nuevo partido -evitando una dispersión suicida- personas de diversas tendencias, liberales y socialdemócratas, con cierto respaldo de un sector de la Iglesia, y con una visión moderna del destino polaco.

Así las cosas, la celebración de nuevas elecciones en un plazo no largo aparece sumamente probable. El Parlamento deberá debatir en septiembre los cambios constitucionales necesarios para acelerar las elecciones generales. En cuanto a la presidencia de la República, Jaruzelski ya ha hecho pública su disposición a aceptar lo que decida el Parlamento. En teoría, éste podría elegir un nuevo presidente, solución que sería favorable para la candidatura de Walesa. Pero es mucho más probable que -como pide el Movimiento Cívico de Acción Democrática- se acuerde elegir al presidente por sufragio directo. En tal caso se enfrentarían casi con toda seguridad Walesa y Mazowiecki. Éste tiene, en los actuales sondeos de popularidad, una gran superioridad sobre aquél. Pero es un dato fluctuante. Si Walesa se decidiese a tomar el camino de la demagogia con una campaña "al servicio de las masas" -como da a entender en algunas de sus declaraciones-, podría rentabilizar en favor de su candidatura los-efectos sociales de la reforma económica y el despertar de viejos atavismos reaccionarios. Las consecuencias para el futuro de Polonia serían obviamente desastrosas.

Pero quizá aún no se haya pasado el Rubicón y esa confrontación no sea inevitable. Cabe que se imponga la razón y que, una vez formados los dos partidos, se puedan encontrar puntos de acuerdo suficientes entre ellos para proseguir el modelo polaco de transición, dando un amplio respaldo a lo esencial de la política de Mazowiecki. El propio papel de Walesa podría ser distinto si rechazase la tentación de la demagogia.

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