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La crisis india y la unidad canadiense

Los líderes nativos se pronuncian en contra de una separación de Quebec

El Gobierno canadiense ha encontrado en los mohawks un aliado inesperado, aunque oneroso, en la grave crisis constitucional que afecta a la existencia de Canadá como país unitario tras el fracaso del acuerdo del lago Meech el pasado mes. La razón: los líderes indios se oponen a la separación de la provincia francófona del resto de Canadá, ya que sus reclamaciones ancestrales están planteadas ante el Gobierno de Ottawa y los tribunales federales y una eventual secesión quebequense les privaría de su interlocutor natural.

La crisis constitucional provocada por el naufragio del acuerdo del lago Meech, que pretendía la aceptación por parte de Quebec de la Constitución federal canadiense a cambio del reconocimiento de su identidad cultural distinta, ha pasado momentáneamente a un segundo plano por los enfrentamientos de los mohawks con el Gobierno provincial de Quebec como consecuencia de la decisión del Ayuntamiento de la localidad de Oka de ampliar el campo de golf municipal a unos terrenos reclamados por los indios desde 1717.

Pero las reclamaciones territoriales de los mohawks de Kanesatake y Kahnawake, en torno a Montreal, unidas a las de los crees en el norte de Quebec, a las de los algonquines en el sur y en torno a la capital federal de Ottawa, coreadas por otras tribus en Manitoba, Alberta, Saskachewan y la Columbia Británica, jugarán un importante papel en la mente de los responsables provinciales, secesionistas y federalistas por igual, cuando reanuden sus conversaciones con Ottawa en el próximo otoño.

Reclamaciones territoriales

Los 50.000 indios e inuits -esquimales- que residen en Quebec tienen planteadas unas reclamaciones territoriales que afectan al 85% del cerca de millón de kilómetros cuadrados de la provincia. Y sus líderes no quieren ni oír hablar de una secesión del resto de Canadá. Según Konrad Sioui, presidente de la asamblea de primeras naciones de Quebec y Labrador, "nuestro espíritu es americano del norte". "No deseamos que se nos estruje dentro de otra frontera, una situación que ya hemos sufrido bastante".Y, por su parte, el jefe cree Billy Diamond, que en 1970 casi consiguió su propósito de impedir la construcción de un gigantesco proyecto hidroeléctrico en la región de James Bay, en la bahía de Hudson, ha declarado que "Quebec no puede consumar en solitario una separación (del resto de Canadá)" sin contar con la población indígena. Los crees han anunciado su intención de oponerse en el otoño a la ampliación de la presa de James Bay.

El gran jefe cree, Matthew Coon Come, ha declarado que "los indios no son una maleta que se pueda pasar de las manos federales a las provinciales de Quebec". "Nuestra decisión, si la provincia escoge la vía de la secesión, será probablemente permanecer con el resto de Canadá".

A lo más que llegarían los líderes indios a conceder es que, desde su punto de vista, una eventual secesión de Quebec afectaría sólo al 15% de la provincia, o el territorio situado en el valle del San Lorenzo, que incluye Montreal y la capital provincial, Quebec City. La argumentación legal es que cuando Quebec se unió a la Confederación Canadiense, en 1867, la provincia tenía esos límites y que todo el Norte estaba integrado en lo que se conocía por Rupertas Land, cuya soberanía reclaman las naciones indias.

Además, como han señalado varios expertos constitucionales, los tratados firmados por las naciones indias, que sirven de base legal a sus reclamaciones, están suscritos con la corona británica, con la que generalmente se aliaban los nativos en las luchas anglo-francesas por el control de Canadá. Esta relación entre indios y anglohablantes viene de antiguo, por los intercambios comerciales que en los tiempos de la colonizazción mantenía la confederación iroquesa, de la que los mohawks forman parte, y la nación cree con la Hudson Bay Co., vanguardia de la penetración británica en Canadá.

El Gobierno de Ottawa, que durante varios días se negó a intervenir en el conflicto alegando que era "un asunto interno de Quebec", ha despertado de su letargo y, sin entrar en la confrontación entre la policía provincial y los mohawks, intenta ganarse su buena voluntad con la compra de las tierras en torno a Oka reclamadas por los indios para luego apuntarse el tanto de la devolución. Un gesto político inteligente a largo plazo, pero muy caro a corto para el contribuyente. Según el periódico La Presse, Ottawa ha pagado tres millones de dólares, cerca de 10 veces su valor, por 27 hectáreas de terrenos con destino a la comunidad mohawk de Kanesatake.

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