Perder los papeles
El flamenco nos dejó esta vez un extraño sabor agridulce, por obra y gracia exclusivamente de uno de los artistas actuantes: Antonio Núñez, Chocolate. Este cantaor es uno de esos raros del flamenco cuyas genialidades pueden arruinar una noche como ésta.Fue lo que ocurrió. Parece que a Chocolate no le gusta que le, llamen raro, y así lo expresó. Lo siento, pero evidentemente no es normal todo lo que este hombre hizo y dijo en la ocasión que comentamos. Aunque vayan siendo cada vez más frecuentes los flamencos que le pierden el respeto al público. Chocolate le perdió el respeto al público y se lo perdió a su guitarrista acompañante, Agustín Carbonell, El Bola, cuya digna compostura ante la intemperancia de su compañero le valió más de una cariñosa ovación de la audiencia.
Los Veranos de la Villa
Guitarra en concierto: Moraíto Chico. Cante: Chocolate. Toque: El Bola. Madrid, 13 de julio.
Chocolate salió dicharachero, y alardeando de cortura y sensibilidá, entró en una fase de verborragia aguda realmente lamentable. Estas cosas, cuando se disparan de manera incontrolable, agobian al respetable. Frases inconexas, sin sentido, sin razón de ser. Estoy seguro de que ni el mismo Chocolate sabía lo que decía. ¿Supo lo que cantaba? A veces, e incluso tuvo cantes -por siguiriyas, por fandangos- espléndidos; pero hizo al final una jota y unas rancheras por bulerías para meterlo en la cárcel.
Moraíto Chico, en concierto, demostró un cierto envaramiento. Se le nota que esta faceta la ha tenido un tanto descuidada durante años. Acreditó, de cualquier manera, la bondad de su toque, especialmente por bulerías.
Babelia
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