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En verano, el taxi es más rápido que el metro

Jueves 12 de julio, dos de la tarde. En la glorieta de Carlos V (Atocha), cuatro ciudadanos, armados de cronómetro y termómetro, salen del Ministerio de Agricultura dispuestos a llegar en el menor tiempo posible a los juzgados de la plaza de Castilla. Uno va en coche, otro en taxi, otro en metro y el cuarto en autobús. ¿Quién llegará primero? ¿Quién sudará más? Contra algunos pronósticos, el taxi fue el más rápido, pero resultó más fresco el suburbano.

En menos de un minuto Bernardo consigue dar el alto a un taxi libre, aunque de modelo antiguo: sin aire acondicionado. En Madrid sólo el 75% de los taxis nuevos van dotados con sistemas de refrigeración. Cuatro minutos después, taxista y cliente llegan a la plaza de Cibeles.En ese momento, Raúl espera todavía en el andén de la estación de metro de Atocha. Escaleras abajo, la temperatura ha pasado de 36º a 33º. Ángel, por su parte, atisba ya desde la marquesina del paseo de Recoletos la llegada del autobús 27, que procede de la glorieta de Embajadores, y Antonio observa con estupor que el termómetro de su coche, aparcado bajo el sol a 200 metros de la glorieta de Carlos V, marca 41,5º.

Mitad del recorrido

A los 11 minutos el taxi de Bernardo está en los Nuevos Ministerios y su termómetro alcanza 34º. Uno de los que ha instalado el Ayuntamiento parpadea 35º. "Hay que tener la precaución de descontar entre dos y tres grados de los marcados por los termómetros exteriores, ya que están situados al sol y sobre un soporte metálico que conserva todo el calor", precisa el meteorólogo Jorge Ron.

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La explicación científica no alivia los sudores de Bernardo, quien explica al taxista la conveniencia de dotar de climatización a su vehículo. "¡La ley no lo exige!", alega el conductor.

Bernardo se encuentra entonces en la mitad del recorrido, y Raúl en el subsuelo de la Gran Vía, en la cuarta de las 14 estaciones de su recorrido, y aliviado por el bajón que ha dado el mercurio hasta los 31º. En su vagón no hay asientos libres, pero viaja sin aglomeraciones. Pocos trabajadores circulan a esa hora, y más lectores de lo habitual. Varios jóvenes aprovechan para escuchar música con auriculares.

Tampoco Ángel ha avanzado mucho en autobús. Apenas ha rebasado 5 de las 19 paradas de su trayecto, y tanto él como sus 80 compañeros de viaje están agobiados por el calor. Las ventanillas están abiertas y el constante despliegue de las puertas favorece una ligera brisa. Pero varias señoras se abanican sin piedad.

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El autobús es el transporte más lento comparado con el metro y el automóvil

Viene de la página 1

A los 11 minutos desde la salida en la puerta del Ministerio de Agricultura el vehículo de Antonio aventaja en unos dos kilómetros al autobús de Angel. El conductor no sufre las apreturas en su vehículo pero, como Ángel, va secándose los goterones de sudor que le resbalan por la cara a lo Pavarotti. Su coche avanza a 20,6 kilómetros a la hora pero las continuas paradas -cada 50 segundos aproximadamente- impiden que su interior se ventile adecuadamente.

Nueve minutos después, 20 en total desde la partida, Bernardo llega a la cita en los juzgados de la plaza de Castilla. Sólo ha empleado un 7% de su tiempo en desplazarse a pie y esperar el vehículo. Incluso ha dejado medio convencido al taxista de las ventajas del aire acondicionado. "A lo mejor lo pongo este mismo año. Para el bien del cliente y para el mío", le dice.

Bernardo se sienta en las escaleras de los juzgados a esperar. Angel hace, por fin, lo mismo en el autobús, en las proximidades de la glorieta de Emilio Castelar Ha tardado 17 minutos en encontrar un asiento libre. En la parte de atrás del 27 corre menos el aire, pero Ángel celebra haber se librado de las apreturas del pasillo, donde el sudor se comparte. Aún le restan 10 minutos de viaje. Ángel será el último en llegar a la plaza de Castilla.

Llega el coche

Antonio está en su coche, parado en el semáforo de entrada a la plaza. Las obras del paso subterráneo han complicado la circulación y ha esperado ya dos ciclos del disco para colocarse en la pool position para, ahora sí, cuando se ponga verde, sobrepasar la señal. Siete minutos después hará compañía a Bernardo en las escalinatas de los juzgados, justo el tiempo que ha perdido aparcando. En total, Antonio ha destinado un tercio de los 30 minutos de viaje a realizar maniobras de estacionamiento.

Tres minutos después de la llegada de Antonio, Raúl sale por la boca del metro de plaza de Castilla. Ha realizado el viaje más rápido, a una media de 21,7 kilómetros a la hora, en un trayecto con más kilómetros. En total, Raúl ha dedicado el 71% del tiempo al desplazamiento y el 29% en acceder al metro, recorrer los pasillos y esperar en el andén. Sin duda es el que menos calor ha pasado. Y eso que la empresa del subterráneo madrileño no ha generalizado la instalación de aire acondicionado en los vagones porque provocaría la elevación de la temperatura en los andenes y túneles a causa del calor expulsado de los coches.

Angel llega el último, 13 minutos después que el taxi de Bernardo, por cuyo servicio ha pagado 565 pesetas. Ángel estuvo en el autobús el 76% del tiempo y el 24% buscando la parada y aguardando la llegada del vehículo. Todos, menos Raúl, han recorrido entre Atocha y Plaza Castilla 6,6 kilómetros. En el metro el trayecto se acercó a los 9 kilómetros.

Julián Revenga, gerente del Consorcio Regional de Transportes, afirma, sin confiar demasiado en el experimento, que el metro es el medio rey en una gran ciudad. "Es el más rápido", considera. "Aunque en los meses de verano, cuando la circulación en superficie se hace un poco más fluida, el transporte más rápido es el taxi". Revenga, no obstante, advierte que para un recorrido como el analizado, entre Atocha y plaza de Castilla, él hubiera utilizado el tren.

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