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Italia 90

Franz y Carlos

Santiago Segurola

El fútbol ha conducido a Frank Beckenbauer y Carlos Bilardo por vericuetos contrarios. No habrá en el fútbol dos personajes más contrapuestos. Bilardo, un médico que jamás ha practicado la medicina, es un obseso del fútbol, un personaje intuitivo, laborioso y estrambótico. Beckenbauer cultiva las formas aristocráticas desde que tenía 20 años. Siempre ha vivido con la cabeza levantada, como jugador y como técnico. En su país es un mito indestructible. Bilardo tiene menos suerte. También es un mito en Argentina, pero de pim pam pum.Uno de los deportes nacionales en Argentina es atacar a Bilardo. Desde su etapa como jugador en el infamante Estudiantes de la Plata, Bilardo ha sido un personaje sospechoso. Famoso por sus argucias en el campo, por su escasa calidad como futbolista y por su determinación para conseguir la victoria a toda costa, incluso por medios de muy dudosa legalidad, Bilardo ha forjado su carrera en solitario, sin el menor aprecio de su país.

Personalidades

Así es su fútbol, una respuesta a las intenciones de los demás. Los equipos de Bilardo son metódicos, organizados, perversos, destinados a encontrar una respuesta defensiva a todos los argumentos de los rivales. Lo difícil en Bilardo es encontrar una propuesta sorprendente de ataque o una estrategia que no dependa de las armas de los rivales.

Beckenbauer nunca ha tenido que defenderse. Era una estrella en el Mundial de 1966, con 21 años. Desde entonces ha pertenecido a la casta de los intocables. Majestuoso y refinado, Beckenbauer representó durante toda su carrera un modelo de perfección futbolística. Muy lejos de la tortuosa vida de Bilardo, Beckenbauer siguió una ruta natural en una divinidad del fútbol. Dejó la profesión y fue designado seleccionador alemán, sin haber entrenado antes.

Como técnico, Beckenbauer no tiene nada de sutil. Todo le ha ido bien en el fútbol. Su equipo no podía ser otra cosa que la expresión del dominio que siempre tuvo el kaiser en la cancha y fuera de ella. Beckenbauer hace su oferta y no cuenta demasiado con el adversario. Como entrenador, sólo es el inmaculado sucesor de Sepp Herberger y Helmut Schoen, los hacedores de la gran Alemania futbolística.

Bílardo y Beckenbauer se encuentran de nuevo en una final. Los dos han anunciado su retirada del cargo. El técnico argentino ha llegado a decir que está decidido a abandonar el fútbol, algo difícil de creer en un hombre que vive neuróticamente este juego. En cualquier caso, en el partido de Roma los dos técnicos presentarán unos equipos que son el fiel reflejo de su personalidad. Las escuadras de Beckenbauer son simples y muy alemanas. Si pueden te arrasan; si no, luchan hasta vencerte. Bilardo es diferente. Sus equipos te ganan, como sea, pero te ganan.

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