El coste del producto y la dificultad de emisión, principales problemas de los videogramas españoles
El videograma o vídeo musical es un nuevo género televisivo que en pocos años se ha instalado en las programaciones de las cadenas de casi todo el mundo. Este crecimiento se ha visto acompañado le numerosos problemas en países como España, en que la industria musical sufre carencias económicas. La carestía de un producto inmerso en un mercado competitivo y la dificultad de introducir los vídeos nacionales en los programas más importantes son los principales desafíos a los que se enfrentan los productores videográficos.
El vídeo musical ha trastornado el panorama de la industria del pop al convertirse en un elemento esencial en la promoción de una canción. En España este hecho ha generado abundantes problemas. El primero de ellos es la patente dificultad de la industria nacional para ponerse a la altura de los países pioneros, especialmente Estados Unidos. Según Alfonso Pérez, representante de Grabaciones Accidentales, empresa que realiza numerosos videocortos, "hace sólo unos años, la producción de un vídeo costaba 750.000 pesetas. Hoy el mínimo son dos millones, a menudo más dinero del que requiere un long play, y no se puede hacer con menos porque hay que competir con los extranjeros, que están realizados con toda clase de medios".Además, los productores de vídeos musicales protestan por el trato que la televisión da de sus productos. Alfonso Pérez se refiere en concreto al caso de Televisión Española. "Para que TVE programe uno de nuestros vídeos hay que poner una vela a Santa Rita", señala, "están cerrados al producto nacional. Por poner un ejemplo, el vídeo que realizamos de Duncan Dhu ha sido emitido más veces por MTV que por TVE. Además, Rockopop exige ser el primer programa en emitir los vídeos, y a veces los guardan durante un mes, que es la mitad de la vida de una canción".
Beatriz Pécker, presentadora de Rockopop, justifica este hecho basándose en la escasez del tiempo del programa. "El problema es que en 70 minutos semanales no cabe todo. De todas maneras, si no vamos a poder emitir un vídeo se lo decimos a la compania, y si nos comprometemos a pasarlo, lo hacemos lo antes posible". A comienzos de la década de los 30 nacieron los primeros vídeos musicales de jazz y blues dedi cados a un público negro.
Según Diego Manrique, es pecialista musical, estos vídeos ya incluían en ocasiones un ar gumento que acompañaba a la canción.
Experimentos de vanguardia
"En los años 30 y 40 se realiza ron algunos experimentos", señala Manrique, "por parte de cineastas de vanguardia alemanes y americanos. En 1966 los Beatles dejaron de actuar y para no tener que acudir a las televisiones rodaron pequeñas películas con algunas escenas preparadas para seguir difundiendo su música. De esta ma nera nacieron los vídeos pop".Manrique cuenta como durante unos años, los vídeos musicales languidecieron hasta que en mitad de la década de los 70 comenzó su resurgir. "Más tarde la revolución punk fusionó el mundo de la música con el de modistos, peluqueros o realizadores de cine", añade, "como consecuencia de ello, se produjo el definitivo desarrollo de este género y para la televisión lo consolidó ya en los 80 el nacimiento de la cadena americana MTV, dedicada exclusivamente a la emisión de música". Dos programas destacan dentro de los que se dedican a estos microespacios. Rockopop, y ¡Oh, vídeo!, de Antena 3 TV realizado en colaboración con la cadena norteamericana MTV. ¡Oh, vídeo! surgió de una propuesta realizada hace meses por MTV a esta televisión privada.
Las televisiones también se enfrentan a un problema de oferta. El tema de Radio Futura, Veneno en la piel, llegó a número uno en la lista de Rockopop y el vídeograma correspondiente aún no existía. Tampoco El último de la Fila disponía de vídeo cuando su última canción entró en la lista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.