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Castillos de naipes en las montañas de Rudbar

Plegarias y lamentos acompañan en Rudbar el entierro de los miles de personas que perdieron la vida en esta localidad iraní acabada por los movimientos de tierras, los derrumbamientos y avalanchas destructoras. El número de víctimas fue tan elevado porque las viviendas del noroeste del país, levantadas con ladrillos de adobe y paja, se desplomaron con facilidad tras las primeras sacudidas. La mayor parte de sus moradores quedaron sepultados entre los escombros."Hay muchas personas vivas entre los restos de casas destruidas", advierte Hadar Mirhussain, uno de los trabajadores de los equipos de rescate, que dice no haber dormido desde hace días, y cava en busca de víctimas que todavía pueden salvarse. "Sin embargo", agrega, "son también muchas las casas enclavadas en las estribaciones montañosas, a las que no podemos llegar porque las carreteras han quedado cortadas". [Según la agencia oficial iraní Irna, más de 100.000 personas han sido rescatadas con vida de los escombros].

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La gravedad de la tragedia encajada por el pueblo iraní ha despertado sentidas reflexiones espirituales en una nación con arraigadas creencias: "Se nos ha puesto a prueba. No sé por qué, pero se nos ha puesto a prueba", exclamaba Kohan Josani, de 30 años, junto a las ruinas de su vivienda. Treinta y cinco miembros de su familia murieron en el desastre.

Los guardias de la revolución irani y numerosos voluntarios continúan abriéndose paso entre la. destrucción de Rudbar y las numerosas ciudades caídas, en busca de sobrevivientes. Su esfuerzo es, en ocasiones, baldío al no disponer de equipos pesados o tractores oruga para retirar rocas o bloques de gran tamaño.

El taponamiento de los túneles, el corte de la red viaria, la inagnitud de los derrumbes y el profundo drama humano vivido cri la provincia de Gilan hacen díficil la reconstrucción de las viviendas y la superación del profundo abatimiento.

Sin embargo, por la autopista que enlaza Teherán con las regiones más asoladas de la provincia de Zanjan, docenas de eamiones con herramientas de gran tonelaje se dirigen hacia los lugares más necesitados. El Gobierno iraní informó que se han efectuado también más de 1.500 vuelos de rescate.

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Pese a la incalculable devastación, también hubo algo positivo: poblaciones a 100 kilómetros del epicentro del terremoto se mantuvieron en pie, con poco daño, y salvaron su red de comunicaciones, importantes fábricas y tendidos telegráficos.

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