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En busca de la paz

Yugoslavia trata de olvidar sus problemas junto al lago Garda

Alex Martínez Roig

Las conferencias de prensa de la selección yugoslava, rival de España en octavos de final del Mundial, se celebran siempre con un curioso ruido de fondo que podría traducirse así: "Schchchch... schchchch...". Durante media hora, los dos ayudantes del seleccionador Ivica Osim explican sus opiniones sobre el partido ante España. Están acompañados por el defensa central Hadzibegic, ex jugador del Betis, que traduce las respuestas al español. Pero el follón es tremendo. Parece una asamblea universitaria.

Españoles y yugoslavos, ya avezados en este tipo de situaciones, acaban adaptándose al caos idiomático. Los italianos están desesperados."Schchchch ... schchchch...", dicen, pero nadie calla. Y eso que aseguran que la de ayer fue una reunión tranquila, porque ya se ha marchado a su casa el periodista del diario Sportski Journal, el que provocó que Osim dejara de hablar a la Prensa tras acusarle de ser un borracho capaz de beber once botellas de whisky en una noche.

"Le pedimos que no volviese por aquí", explica una intérprete de la selección. "Se ha marchado, pero Osim aún no lo sabe y por eso no ha querido asistir a la conferencia de Prensa. La situación era insoportable y, se remonta a seis meses atrás. Eran ataques personales que nada tenían que ver con el fútbol". La selección yugoslava está alojada en un hotel paradisíaco, cuya inmensa terraza de hierba va a parar a la orilla del lago Garda, a unos 25 kilómetros de Verona.

En este lago, precisamente, el Rey Juan Carlos tuvo que ser rescatado hace unos meses después de que su yate Bribón se viese afectado por una tempestad Ayer el lago estaba tan plano como la palma de la mano, y los jugadores yugoslavos, que tienen permiso hasta las 12 de la noche paseaban por el pueblo con el disfraz auténtico de los turistas Una vez más, su libertad de movimientos y el espacio abierto de su hotel contrasta con la concentración de la selección española, encerrada en un hotel de las afueras de Verona, sin terraza y con una vista urbana sobre un riachuelo contaminado.

Los informadores españoles se agarraban a Hadzibegic, el único hispano-parlante, como a un clavo ardiendo. Hadzibegic recuperó el apelativo que le dieron sus compañeros del Betis cuando les fue presentado. Como su nombre era muy dificil de pronunciar, Hadzibegic se transformó para los béticos en Pepe. El hotel era ayer un clamor. "!Pepe!", gritaba uno que quería entrevistar a Katanec, el jugador del Sampdoria que posiblemente reaparezca ante España tras una leve lesión. "¡Pepe!", decía otro que pretendía entender a Prosinecki, que maravilló hace un mes, en un amistoso contra los españoles, y que ahora es reserva.

Y hacia allí va Pepe

Y Pepe, amable hasta el infinito, se desdoblaba para ejercer su pluriempleo de defensa y traductor. "Claro que añoro Sevilla", dice. "Es la ciudad más bonita del mundo, y me gustaría volver como entrenador". "No es que Pepe hable español, es que toca el violín en español", dice Miljanic, que aparece al fin precedido por Popovic.

Miljanic asegura que no pasa nada. "Jugamos mal ante Alemania, pero ya se ha arreglado la situación. El problema de Osim es personal, y no tiene nada que ver con su labor técnica". Otros yugoslavos no son tan diplomáticos: "Los periódicos atacaron mucho al equipo tras perder ante Alemania (4- 1), mantuvieron una tregua tras vencer a Colombia ( 1 -0), pero volvieron al ataque tras los Emiratos Arabes, aunque ganáramos por 4-1".

Pero hay un tema que es tabú en la concentración: los problemas nacionalistas yugoslavos. "Todos los jugadores se entienden bien, aunque sean montenegrinos, croatas o serbios", dice Stanjkovic, el jefe de Prensa. "La situación fue crítica tras el amistoso que jugamos el 3 de junio, en Zagreb, ante Holanda. El público silbó a la selección ya desde que comenzó a sonar el himno nacional. Fue tremendo. Pero en el equipo nadie quiere saber nada de nacionalismos".

Mientras, Miljanic abraza a los viejos amigos de Madrid. Incluso a uno de ellos lo abraza, por segunda vez, en un ataque de cariño: "Ven, que te doy otro abrazo", dice, interrumpiendo inopinadamente una entrevista con Telemontecarlo, mientras el locutor le mira con los ojos bien abiertos y sin entender nada. Y Miljanic le dice a su viejo amigo, abriendo los brazos y mostrándole el hotel y la vista del lago: "¿Has visto como vive un montenegrino?".

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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