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ITALIA 90

Colombia ofreció el minuto más intenso

Alex Martínez Roig

A. M. R. Colombia le rompió los nervios a la RFA y aprovechó, como el agónico que se agarra a la vida, todos y cada uno de los resquicios que pueden encontrarse en una selección que hasta ahora había arrasado. Prácticamente se ganó la clasificación para los octavos de final (deberá esperar a las dos últimas jornadas de la primera fase) fuera de tiempo, cuando parecía que tenía que buscar un teléfono para confirmar el billete de vuelta a su país. A sólo dos minutos del final, un gol de Littbarski estuvo a punto de acabar con toda la inteligente labor de zapa de los suramericanos. Ya estábamos despidiéndonos de Higuita, el delantero más exhibicionista del Mundial, cuando Colombia rubricó su perfecto partido. Y no pudo ser de otra forma. Pasando dos minutos del Final, Rincón se encontró frente al portero Illgner y le batió con un túnel. Illgner esperaba un cañonazo, y no tuvo tiempo de ver cómo el balón le pasaba entre las piernas. Era la última demostración ofrecida ayer por Colombia de que la inteligencia puede con la fuerza. Ese gol, además, pasó a clasificar matemáticamente a Colombia para octavos de final. Porque, un minuto antes, Colombia estaba matemáticamente eliminada del Mundial. Fue el minuto más intenso vivido hasta el momento.Jugando al toque en sólo 20 metros, moviendo el balón rápidamente y con tranquilidad, Colombia construyó una tupida red en el centro del campo que des concertó por completo a los alemanes, que sólo entienden el fútbol al máximo rendimiento. Colombia ralentizó el ritmo desde el primer minuto y destrozó la presión de los alemanes con una buena técnica. Sólo falló en un aspecto, que ya viene siendo habitual. No hay nadie en su delantera que sepa utilizar la puntilla. Ayer dispuso de tres ocasiones clamorosas, y falló las tres. Sólo acertó Rincón cuando el verdugo estaba apretando la soga.

Colombia decidió el ritmo y el espacio del partido. Acortó la distancia entre las líneas y redujo el campo de juego a la mínima expresión. Dejó que las fuerza se concentrasen en un área reducidísima, y frenó los movimientos de Völler y Klinsmann con una zona perfectamente organizada, en la que Higuita ejercía de líbero además de cumplir con el tradicional trabajo del portero Cuando logró su objetivo, Colombia comenzó a irritar a los alemanes. Estos se lanzaban como locos hacia un rival, cuando el balón ya había salido hacia otro. A los alemanes les sobraba fuerza. A los colombianos, inteligencia. En el fútbol, no es necesario correr para que el balón vaya deprisa, y ese axioma fue aplicado por los colombianos. La irritación alemana alcanzó su máximo nivel en la primera parte. No entendían nada. Valderrama, Álvarez, Rincón, Fajardo y Gómez podían pasarse el balón durante mucho tiempo sin que los alemanes lograsen otra cosa que correr detrás de él. La situación se fue agravando para los hombres de Beckenbauer, que incluso perdió su impertérrita postura ayer, con otros pequeños detalles picarescos de los suramericanos. Por ejemplo, Higuita añadió a su faceta de líbero la de driblador y la de lanzador de faltas desde fuera del área. Sólo faltó un penalti para que cumpliese su palabra de pararlo todo y marcar el tanto de la victoria. Cada vez que se acercaba un rival, se divertía elevando el balón por encima de su cabeza. Los alemanes no entendían nada. Creían que les estaban tomando el pelo. Y algo de eso había.

Colombia se sabía inferior pero su perfecto trabajo de zapa de las cualidades alemanas habría merecido una recompensa mayor. Fajardo (m. 22), Estrada (m. 26 y 54) fallaron sus remates cuando nada les separaba de la red alemana. Colombia estuvo a punto de pagar esos errores. En la segunda parte, Alemania, ya clasificada, renunció a su personalidad y se dejó llevar por el vaivén suramericano. Parecía que se conformaba con mantener la compostura, pero fue cuando mejores ocasiones tuvo. Mattháus elevó un balón sobre Higuita (m. 75) que se estrelló en el larguero, y Littbarski marcó un gol en el minuto 88 que enviaba a casa a la selección más amada por Arrigo Sacchi, el técnico del Milan. No hubiese sido justo, y el túnel de Rincón lo impidió.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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