Apoteosis africana en San Siro
Habría que felicitar al traductor del soviético Valery Nepomniachi, el entrenador de Camerún acusado por éste de haber traducido al revés sus instrucciones a los jugadores. Que un Mundial comience con un partido como el de ayer, en el que un país africano descartado por todos bate al vigente campeón del mundo, abre las puertas a cualquier posibilidad. Camerún, ante el delirio de un público volcado con el débil, ganó con nueve hombres sobre eI césped a una Argentina temerosa y carcomida por los nervios. El conservadurismo de Carlos Bilardo, el técnico argentino, recibió un justo castigo, y Maradona, el mejor jugador del mundo, una gran cura de humildad. Va a ser dificil que Carlos Menem, el presidente de Argentina, logre quitarse a partir de ahora la familia de gafe que le han atribuido parte de la Prensa argentina. Camerún engañó a todo el mundo. El día antes del partido, las declaraciones de los jugadores eran dignas de cerrar las maletas y volver a casa. El españolista Nkono decía que no sabía lo que hacía en Italia, que ni siquiera iba a estar en el banquillo. Dicen las malas lenguas que el presidente de la República de Camerún, también presente ayer en el palco, había decidido la alineación en la noche del jueves, visto el motín que existía entre los jugadores de su país. Nunca se sabrá si eso es cierto, pero si lo fuese, habría que felicitarle por sus dotes técnicas. Junto al traductor, claro está.
El equipo africano salió al campo con un estilo desenfadado, nada cohibido por la presencia de los campeones del mundo. Algunos temieron lo peor cuando Maradona, en el minuto 3, tocó por primera vez el balón y dejó a Batista completamente solo ante Nkono. Pero fue una anédcota.
A partir del minuto 12, cuando Mfede, un interior izquierdo de gran calidad, profundizó por primera vez con peligro, comenzaron a surgir problemas por doquier para la defensa argentina. Bilardo prescindió de la figura de los laterales puros, y Ruggeri, un central clásico y limitado, se encontró en la banda tratando de frenar al imaginativo Mfede. Ruggeri, como ya saben todos los españoles tras verle sufrir ante Julio Salinas, pierde mucha seguridad cuando está en la banda.
Los problemas de Argentina se acentuaban cuando perdía el balón en el centro del campo. Se la veía absolutamente desconcertada ante la velocidad camerunesa. Basualdo estuvo a punto de marcar en -propia puerta (m. 22); el cuerpo de Ruggeri evitó que se colase un trallazo de Ebwelle (m. 35); Pumpido (m. 39) salvó con los dedos un gran tiro de Omam Blyick.
Bilardo trató de solucionar la situación dejando en el vestuario a Ruggeri y dando entrada a Caniggia en el centro del campo. Construyó una defensa clásica con cuatro hombres, Lorenzo y Sensini en los laterales. Pero la pesadilla argentina no terminó Ni siquiera la expulsión de Kana Biyick (m. 61) frenó a Camerún Al contrario, fue entonces cuando llegó el apoteosis. El gol de Omam Biyick levantó un grito de éxtasis de las gradas. Argentina trató de salvarse de la vergüenza, pero fue incapaz de empatar pese a una nueva expulsión, esta vez de Massing (m. 90).
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