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Lo 'verde' es bello y rentable

La ecología y el medio ambiente son las nuevas estrellas de la televisión

"La primera y más importante estrella de los noventa no es un actor, sino un tema: la ecología". Esta sentencia de un comentarista norteamericano no parece exagerada a la vista de la diligencia con que la industria televisiva ha asumido la militancia verde. Hace algunos años los agentes de Misión imposible se enfrentaban a oscuros complós de guerra fría que amenazaban al mundo. En su nueva versión para los noventa, La élite -programa piloto de una nueva serie- se enfrenta a un nuevo enemigo: el ecovillano, que amenaza con destruir el equilibrio del planeta.

Preocupación y rigor coexisten en la proliferación de programas verdes, con el instinto comercial de la televisión para exprimir un tema que en la actualidad vende mejor que cualquier otro. Lo verde es bello. Y rentable."Cuando realizamos nuestro episodio sobre medio ambiente, la respuesta de la audiencia fue fenomenal. La gente quiere oír hablar de este tema en horas de máxima audiencia", comentaba el productor de La vida sigue, una serie protagonizada por un joven afectado por el síndrome de Down. Ted Turner, por su parte, magnate de la televisión por cable defensor de causas tan liberales como polémicas -el aborto o las viejas películas en blanco y negro coloreadas- ha lanzado a su vez, con trompetas de gran acontecimiento, su serie de superhéroes animados -Captain Planet and the Planeteers-, con la participación en las voces, de Tom Crulse, Whoopy Goldber, Richard Gere y Ed Asner.

En el pasado Mercado Internacional de Cannes ya llamó poderosamente la atención el monumental anuncio que, desde la caseta de la Warner Brothers, proclamaba su producción especial para conmemorar el aniversario del Día de la Tierra (que Televisión Española ha comprado en el lote adquirido a la Warner); o las producciones de otras televisiones, colocadas en un lugar bien visible del aparador, como Our beautiful planet, de la NHK japonesa y la ZDF de la República Federal de Alemania, o After the warming, una coproducción británico-australiana.

Un solo mundo

La creciente colaboración entre países ha encontrado en la causa de la supervivencia del planeta un buen pretexto para la asociación. Concretamente, en el pasado mes, se programaron varios espacios bajo la común rúbrica de Un solo mundo. En él colaboraron más de 20 televisiones públicas, entre ellas TVE, que participó desde los espacios A través del espejo, con la emisión de la producción La marcha a Europa y un concierto en el que intervinieron Sting, Lou Reed, Peter Gabriel y Bob Geldof, entre otros.Esta voracidad sobre las cuestiones de ecología y medio ambiente en los medios de comunicación -hay informativos en las televisiones del mundo que ya tienen reporteros y espacios fijos para tratarlas- aconsejó hace unos meses, en Estados Unidos, la creación de la Environmental Media Association (EMA), con el fin de instruir y asesorar a guionistas y productores en cuestiones específicas que van desde el efecto invernadero a los residuos tóxicos. EMA ha asesorado también a muchas series -Cheers, Murphy Brown, Treinta y tantos, Un mundo diferente-, que han introducido la temática verde en sus guiones.

No obstante, la servidumbre del entretenimiento pesa en el tratamiento de estos temas en las ficciones y en los programas informativos. Interesan más aquellas catástrofes con imágenes de impacto que los fenómenos de efecto a largo plazo, aunque éstos sean más graves. Muchas veces la noticia es planteada de una forma un tanto sin pista, como un conflicto entre dos partes, con el reportero de mediador.

Hay otros aspectos polémicos, como es el que los documentales dedicados a la defensa y, conservación de la naturaleza surjan a veces de nuevas teologías ecológicas, neofundameritalistas, que apuntan amenazadoramente sobre la especie humana, como elemento disturbador del equilibrio natural. Hace poco, en un documental sobre el peligro de extinción del elefante, se justificaba la matanza de cazadores fúrtivos por grupos de vigilancia armados en Kenia y Tanzania, e incluso se comentaba con tono triunfalista la proporción inferior de muertes entre elefantes y hombres. "En estos días, todos somos verdes, pero a veces las cosas se desbordan", decía en un artículo publicado en la prensa británica, Fred Pearce, autor de Turning up the heat: Our perilous future in the global green house. Pearce, sin quitarle importancia y seriedad al problema, denuncia estas posiciones "ecofascistas".

Facciones radicales

Hace poco, Umberto Eco, hablaba de este mismo tema en L'expresso, Umberto Eco, comentando las nuevas formas de ecologismo " antropoclasta". El pacifismo ha dado paso a facciones radicales militantes. "Estarnos convencidos de que hay gente loca que está destruyendo conscientemente nuestro medio ambiente, y estamos dispuestos a luchar contra ello", decía en declaraciones recogidas por la revista Newsweek, Dave Foreman, fundador del grupo Earth First!, apoyado en ecoguerrillas que realizan sabotajes y bloqueos allí donde el grupo descubre un nuevo agravio a la naturaleza.Mientras tanto, y en el lado más oportunista de la nueva sociedad verde, hasta los anuncios televisivos de detergentes se apresuran a introducir en su promoción -"para la gente que cuida del medio ambiente"- datos sobre la disminución del porcentaje de sustancias químicas o la advertencia de que "no ha sido experimentado con animales".

Como dato de última hora, el filme documental Where have all the dolphyns gone (Dónde han ido todos los delfines), narrado por el actor George C. Seott, sobre las leyes de protección norteamericanas de los mamíferos marinos, ganó el primer premio en el primer festival dedicado a ecología y medio ambiente celebrado recientemente en Colorado Springs (EE UU).

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