El éxito de la tenacidad
La asociación vecinal San Cristóbal, premiada por ser Ia más combativa"

En 1954, Herminio Mínguez y Juan González, empleados de la ENIT y vecinos de las viviendas conocidas como los nichos, junto a las cocheras de Fuencarral, tuvieron la idea de bautizar como Asociación Cultural San Cristóbal lo que en realidad era un colectivo vecinal para conseguir mejoras para este barrio. Hoy, casi cuarenta años después, esta asociación sigue en candelero. Conocida en Madrid el como el martillo de KIO, la San Cristóbal recibe hoy del Ateneo madrileñista el premio a la asociación más combativa del foro.
"Las estrictas normas del régimen franquista en materia de asociacionismo nos obligaron a tomar prestado el nombre de un santo para camuflar el carácter reivindicativo del grupo", afirman los fundadores de esta entidad vecinal. "Cambiaron los tiempos, pero no se acabaron las cosas por las que luchar", añaden.Los responsables en España de la firma Kuwait Investment Office tienen una espinita en el corazón. Este aguijón tiene un nombre propio. Se llama Asociación de Vecinos San Cristóbal y se encarna en Margarita Botija. Esta madrileña de 50 años, con la directiva de esta entidad vecinal detrás, se propuso que su barrio no sufriera el impacto especulativo, ambiental y de tráfico, causado, según sus palabras, por "un proyecto ilegal, arropado por concejales y altos cargos socialistas y de otros partidos".
Historia de nunca acabar
Desde entonces, lo que parecía una ambiciosa pero factible promoción inmobiliaria de dos torres gemelas de oficinas en la plaza de Castilla se ha convertido para KIO en la historia de nunca acabar. "Intuí desde un primer momento que las declaraciones del ex concejal de Urbanismo Jesús Espelosín acerca de una hipotética sentencia del Tribunal Supremo que obligaba al Ayuntamiento a permitir la construcción de 125.000 metros cuadrados de terreno en la plaza de Castilla, era falsa. Aunque no he pasado de cuarto de bachillerato, me sé desenvolver muy bien por los juzgados y logré demostrarlo", afirma Botija.Esta fue la primera estación de un arduo camino de investigación para la asociación y de un largo viacrucis para KIO que todavía no ha concluido y que, según Botija, puede acabar como "el rosario de la aurora". "Ello, si es que finalmente triunfa la razón y la justicia sobre los oscuros intereses y la corrupción que impera en los poderes públicos en general y en el departamento de Urbanismo de este Ayuntamiento en particular", asegura la representante vecinal.
Los integrantes de la Asociación San Cristóbal no se consideran "masoquistas ni salvadores de la patria madrileña frente a la amenaza árabe". "Simplemente", añade Botija, "nos estamos jugando el pellejo, y yo soy una muestra andante de lo que afirmo, con varias agresiones, amenazas de muerte y conversaciones telefónicas pinchadas en mi haber, para evitar que se consume un desastre urbanístico en nuestro barrio".
Residentes todos en lo que fue el antiguo pueblo de Chamartín de la Rosa, los integrantes de esta asociación, con diversos y a veces dispares orígenes sociales y económicos -el amplio chalé de Botija contrasta espectacularmente con el piso de Mínguez-, recibieron ayer un penúltimo disgusto.
El pleno de la corporación rechazó ayer la proposición de Izquierda Unida de suspender la licencia provisional concedida a Prima Inmobiliaria para edificar las torres hasta la resolución de los recursos presentados contra este proyecto. El equipo de gobierno, basado en un informe jurídico, indicó que, en el caso de suspender la licencia, tendrían que idemnizar a la promotora.
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