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Los socialistas portugueses, convencidos de lograr la presidencia y el Gobierno

Mario Soares, presidente; Jorge Sampaio, primer ministro, en 1991. Nadie, ni siquiera el secretario general del Partido Socialista de Portugal (PSP), fue capaz de alejar por unos momentos esta doble certidumbre de las mentes de los cerca de 1.500 delegados al congreso nacional del principal partido de la oposición, clausurado ayer en Oporto.

La "clarificación doctrinaria" pretendida por la actual dirección socialista no interesa aparentemente más que a un pequeño número de militantes. El único tema que realmente apasiona es la constitución de las listas para la elección de la nueva comisión nacional del partido, objeto de discusiones y maniobras de bastidores.Joáo Soares, hijo de Mario Soares y líder de la minoría, con el 18% de los delegados elegidos, dice que no cuestiona el liderazgo de Sampaio. Soares, actual número dos del Ayuntamiento de Lisboa, será alcalde de la capital si el secretario general asume la presidencia del Gobierno después de los comicios de 1991. Añade el hijo del presidente de la República que su "oposición es una oposición de principio", porque no quiere que se instale en el PS un clima de unanimidad. Sus seguidores acusaron a los sampaístas de fundamentalismo, pero Joáo Soares admite que el "derecho de tendencia es una cuestión que quedó pospuesta".

Antiguos opositores, como Jaime Gama, ex ministro de Soares, o Almeida Santos , el hombre de confianza del jefe del Estado, optaron por el silencio como condición para su reintegración en el equipo del partido.

Todos los notables, ex barones, ex ministros y ministrables, ocupan los lugares de elección segura de la lista de Sampaio para la comisión nacional, independientemente de las posiciones y opiniones que defendieron en el pasado más reciente. La lista minoritaria obedece a los mismos criterios, contando con el sistema proporcional para colocar a sus hombres más representativos en la futura dirección.

Todos los descontentos, y son muchos, de todos los orígenes, por sentirse marginados del reparto del poder dentro del partido, prefiguración del reparto del poder a nivel del Estado, han permitido un fenómeno sin precedente: la formación de una tercera lista, encabezada por Álvaro Belleza.

Se trata de un joven médico de Oporto que defiende la necesidad de una ruptura total con el pasado y la construcción del partido pos-socialista. Belleza, que no había conseguido hacer elegir un único delegado al congreso, consiguió, dentro del mismo, los apoyos necesarios para constituir una lista completa de candidatos a la comisión nacional: 200 candidatos y 33 suplentes.

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