Nicu Ceausescu niega ser un genocida ante el tribunal militar que le juzga
Nicu Ceausescu, hijo del dictador rumano ejecutado en diciembre pasado, negó ayer ser un genocida y aseguró haber engañado a sus padres para evitar más muertes, durante su testimonio en la primera sesión del tribunal militar que le juzga.
El proceso se abrió en Sibiu, en Transilvania, donde el acusado fue jefe del partido comunista hasta su detención. Nicu Ceausescu, el más odiado miembro de la familia de Nicolae y Elena, se mostró enormemente conciliador con el tribunal de cinco oficiales de las tres armas del Ejército de Rumania. Nicu se fue creciendo a lo largo de la sesión, se mostró muy locuaz y se permitió incluso bromas en el relato sobre los trágicos hechos que siguieron al levantamiento contra el dictador, en base a los cuales se le acusó de genocidio.Con toda la información de que Nicu Ceausescu dispone, son muchos los rumanos que piensan que el actual poder en Bucarest ha llegado a un acuerdo con el acusado y que éste ha logrado comprar su comodidad en prisión, primero, y la libertad a pocos años vista.
Nicu, detenido el 22 de diciembre cuando intentaba huir en un automóvil conducido por una de sus amantes, declaró no haber dado orden alguna de disparar sobre los manifestantes que se habían concentrado en Sibiu contra la sangrienta represión de las manifestaciones en Timisoara. Según dijo, las fuerzas de la Securitate dispararon obedeciendo consignas establecidas previamente para casos de agitación dirigida por agentes extranjeros.
Jugando a las cartas
Afeitada la barba que mostró en televisión cuando votó en las elecciones del pasado 20 de mayo, con jersey, americana gris v sin corbata, y unas gafas oscuras que no ocultaban su mirada, Nicu mostró una gran sumisión ante los representantes del poder que ejecutó a sus padres. Según reconoció en la primera sesión, televisada en directo, el levantamiento del 21 de diciembre en Bucarest le sorprendió jugando a las cartas, una de sus grandes aficiones. Cuatro veces tuvo Nicu contacto con sus padres desde el estallido de la rebelión en Timisoara. Nicu aseguró que, por temor a que su madre enviara algún miembro del Comité Central a Sibiu que decidiera el aplastamiento de las manifestaciones, le dijo el 22 de diciembre que en su distrito no se producía incidente alguno. Manifestó también que impidió a las fuerzas del Ejército repetir ese día una violenta acometida de tanquetas contra la masa indefensa de manifestantes.Nicu decidió huir, y tras un intento fallido de hacerlo en helicóptero o avión, lo intentó por automóvil con su amiga, para ser captura poco después pese a tapar su rostro con una gorra. Respecto a las armas que, sin permiso, poseía, el segundo de los cargos de que está acusado, dijo que nunca pensó en las licencias para las pistolas, carabinas y ametralladoras, ya que pertenecían a la Securitate y aseguró, entre las risas estentóreas del público, que nunca había siquiera oído un tiro en la vida, y mucho menos utilizado un arma.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.