Domínguez cree que triunfó plenamente
E. M.Roberto Domínguez se mostraba muy contento después de su actuación, hasta el punto que afirmaba que ya había triunfado de forma plena en el abono: "En mi fuero interno estoy satisfechísimo de la lidia que dí a mis dos toros, aunque no puedo ser objetivo conmigo mismo, pero me parece que el público también lo estimó así, y considero que es un triunfo total, que se recordará después de la feria".
La satisfacción le llevaba a señalar que incluso otras tardes en que cortó orejas no se fue de la plaza con tanta alegría interior ni con los espectadores tan entregados, y como prueba ponía que éstos le obligaron a saludar de nuevo cuando acabó la vuelta al ruedo, tras su segundo toro, y cuando ya iba a salir el siguiente: "Ha sido una máxima entrega mía abajo, justamente recompensada arriba".
De su primer toro decía que era peligrosísimo y que le dio la impresión de que estaba toreado: "Me la jugué con él para demostrar mi responsabilidad, ya que no había faena artística posible. Vamos, la faena o la putada fue que me tocara a mí".
Confesaba que le sorprendió gratamente la reacción positiva de los aficionados ante un toro de otra época: "Seguro que la mayoría nunca habían visto un toro así y puede que los primeros sorprendidos fueran ellos con la lidia que le apliqué". Domínguez se preguntaba si en tiempos antiguos le hubieran concedido una oreja por su labor. Reconocía que en principio no creyó que pudiera lucirse con el segundo, pero que, como tenía temperamento, poco a poco se fue haciendo con él a base de mucho reposo y de no agobiarle, razón por la que no ligó los muletazos iniciales.
El apote de Robles
También Robles se gustó mucho, sobre todo con el capote, aunque lamentaba sus fallos con la espada en su primero, que, según él, ya le impidieron cortar oreja en su pasada actuación: "Llevo una mala racha y lo siento, porque, pese a mi satisfacción personal, el éxito no adquiere la misma repercusión si no se cortan las orejas". A su segundo toro lo calificó de feo, fuera de tipo e ilidiable.
Aunque sus ilusiones de triunfar no las pudo cumplir, Rafi Camino se conformaba con que la afición se hubiera dado cuenta de sus ganas: "Me justifiqué con mis dos enemigos, pese, a sus problemas: el de la alternativa, muy deslucido y con un peligro sordo; y el otro, que fue perdiendo fuerza y pegando tornillazos".
Destacaba su quite por chicuelinas: "Aunque quizás atropelle un poco la última, por las ganas que tenía", y le dolían también sus fallos con el acero: "Porque es la primera vez que me ocurre esta temporada".
El ministro de Justicia, Enrique Múgica, abandonaba el callejón al término de la corrida cogido del brazo de José Luis y Eduardo Lozano. Le había parecido una tarde muy interesante en conjunto: "Me he divertido mucho, aunque lo más importante ha sido la portentosa imaginación de Domínguez, que siempre sorprende".
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