Esto no es América
"Será puntual. Bobby Brown saldrá a las nueve", aseguraban los promotores antes del recital. No lo hizo. A esa hora, con el Pabellón a rebosar, comenzaron a dirigir los focos uno a uno. Había más de 300. A las 21.20 los pirotécnicos preparaban los petardos para los efectos especiales. A las 22.00 probaron el sonido de los siete teclados. Aquello ya se había convertido en una sauna y la imaginación en la vestimenta de la numerosísima parroquia negra que había acudido al recinto estaba más que vista y admirada. Con 70 minutos de retraso sobre el horario previsto apareció Bobby Brown y el Pabellón se convirtió en un clamor.Tras él, 13 músicos en escena con el bombo y los platillos de las percusiones y un saxo tenor ocasional como únicos instrumentos acústicos. Con un disco -Dont be cruel-, una canción -Every little steep- y una participación en un filme -Ghostbusters II-, Bobby Brown ha vendido más de 11 millones de discos en todo el mundo tras obtener un Premio Grammy en 1989 a la mejor canción de rhythm and blues. A sus 20 años, algunos le consideran el heredero de James Brown y otros el sucesor de Michael Jackson. Por lo visto en Madrid no es para tanto, aunque tiene condiciones para no convertirse en artista de un solo éxito.
Bobby Brown
Bobby Brown (voz); Dennis Austin, Daniel T. Le Mell y Alex Alessandroni (teclados); Brian MeNeil (teclados y bajo); Angelo Rey (batería); Nathaniel T. Hughes (percusión); Val Young y Harold Trevis (coros); Derick B. Reed, Willie B. Watkins, Shane Johnson y Saleema Mubrhla (bailarines). Pabellón de Deportes del Real Madrid. 5.000 personas. Precio: 2.000 pesetas. Madrid, 20 de mayo.
Carácter negro
Bobby Brown es buen cantante y un magnífico bailarín, con sentido del espectáculo. Su mayor atractivo reside en el carácter radicalmente negro de su música, que en directo mantiene esas larguísimas baladas que comenzaron con el soul de los sesenta y desarrolló ambientalmente Isaac Hayes. En estos temas lentos Brown ensayó en todos los rincones del escenario su particular interpretación de algunas posturas del Kamasutra -no demasiado originales, todo hay que decirlo-, adornadas con continuos ademanes de sacársela, cosa que tampoco hizo.En las canciones más rápidas desarrolló una gran energía y desplegó sus habilidades como bailarín, con un sentido de la coreografía digno de la mejor comedia musical norteamericana.
Su música puede encuadrarse en ese nuevo planteamiento que ofrecen algunos artistas negros y que ha cambiado el concepto del baile a través de rap, aportando imaginación y recobrando la memoria africana. Al golpe de caja elemental y machacón como base rítmica ha sucedido una polirritmia interpretada por percusiones y teclados que proporciona un balanceo diferente y aporta una mayor riqueza musical en tímbrica y en arreglos.
Bobby Brown aporta su grano de arena a consolidar esta nueva proyección de la música negra, tanto en música como en coreografía. Y fue precisamente ese carácter negro lo que impidió su conexión con un público muy joven, que no captó en su totalidad el sentido del recital, los guiños del cantante y sus continuas llamadas a la participación a través de un concepto de espectáculo milimétricamente planificado para el mercado y el público norteamericano.
Así, cuando Bobby Brown y sus músicos esperaban bramidos de fervor el público callaba. Por el contrario, cuando las canciones eran reconocidas o sonaban a Michael Jackson de manera evidente, la mayoría saltaba alborozada. Al final, todo quedó en un quiero y no puedo. Un desconcertado Bobby Brown desapareció envuelto en una capa con aires de boxeador antes de los bises, pero sólo venció a los puntos y por estrecho margen. A la salida del recital, algunos padres esperaban en la calle la salida de unos hijos que no tenían el furor inicial. Y es que esto no es América.
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