Heavy zepelín

JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ Después de seis conciertos consecutivos, el viejo Pabellón de Deportes del Real Madrid presentaba un aspecto deplorable. Aproximadamente 20.000 personas han pasado esta semana por un local con amplia tradición deportiva que, lamentablemente, no reúne las condiciones acústicas idóneas para albergar conciertos. Por si esto fuera poco problema, la suciedad se acumula día tras día en el cemento de las gradas, convirtiéndolas en pegajosos asientos capaces de transformar un vestido de diseño en un mugriento harapo. Anoche se presentó en ese escenario Robert Plant, mostruo sagrado del heavv metal desde su largo e intenso período como vocalista de los inolvidables Led Zeppelin. Bastante más de media entra da, unas 3.000 personas, disfrutaron con la leyenda y con su espectacular montaje: 40.000 vatios de sonido, 300.000 vatios de luces, cuatro instrumentistas de apoyo y una decoración y escenografía comedidamente heavys. El público, sin agoblos ni apreturas, apuró en las puertas del recinto sus litronas y pasó al interior con botellas de agua mineral convenientemente adulteradas; el plástico sustituyó al vidrio con la misma facilidad con que el histórico cantante inglés ocupó el escenario en el que 10 jóvenes grupos españoles habían actuado días antes.

Después de dejar 2.000 pesetas en la taquilla y soportar un cacheo superficial, la gente podía acceder al sucio pabellón y escuchar, "como si fuese un sueño", canciones como Star way to heaven. Una ocasión única para escuchar algunos clásicos del rock que, en muchos casos, sólo habían podido ser recibidos a través de los discos.