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Fernando Cámara convenció

Fernando Cámara, en el umbral de su alternativa, debutó en La Maestranza y, como ocurriera en numerosas ocasiones en Madrid, también convenció a la afición sevillana. Todos los comentarios los acaparaba a la salida el torero de Arjona. Cámara gusta de torear con la mano muy baja. Resulta empeño encomiable, pero todos los toros no lo permiten. Quizá fue el error que cometió en su primero, ya que el novillo no andaba sobrado de fuerzas, y cuando el novillero lo sometía en exceso, trastabillaba la res, desluciendo en ocasiones el remate, tras un impecable inicio de los muletazos. A pesar de todo, los redondos, los naturales, y especialmente los ayudados por bajo, tuvieron, en muchas ocasiones, aroma de torero caro.En el cuarto, confirmó que lo del primero no había sido casualidad. Hubo, además, más emoción, pues a la mayor presencia de su enemigo se advertía su singular pujanza. La faena, de menos a más, la inició con espléndidos ayudados por bajo, rodilla en tierra. Con la mano derecha hubo desahogo y mando, virtudes poco frecuentes en los novilleros, que generalmente propenden a ahogar al novillo. El momento culminante de la faena lo alcanzó en la última tanda de naturales, largos, templados, mandones, espléndidos.

Jandilla / Cámara, Finito, Jesulín

Novillos de Jandilla, de aceptable presentación, bravos, excepto 2º, mansurrón. Fernando Cámara: pinchazo, estocada delantera y dos descabellos (ovación); estocada delantera; aviso (Vuelta). Finito de Córdoba: pinchazo (silencio); media ydos descabellos; aviso (ovación). Jesulín de Ubrique: tres pinchazos y estocada (ovación); estocada; aviso (ovación). Plaza de la Real Maestranza, 13 de mayo. Lleno de "no hay billetes".

Finito, desigual

Finito de Córdoba se encontró un primer enemigo que probaba y gazapeaba incómodamente. Estuvo decoroso habida cuenta de las citadas circunstancias. Sin embargo, al quinto, un novillo bravo y noble le hizo una faena desigual, de más a menos. Dos series iniciales con la derecha tuvieron excepcional interpretación. Con la izquierda, sin embargo bajaron de calidad, así corno el retorno a la diestra. No estuvo Finito a la altura del novillo.

Jesulín de Ubrique tiene un concepto de la quietud rayano en el inmovilismo. A su primero, con impasible talante, le dio hasta siete verónicas a pies juntos, sin mover un milímetro las zapatillas. Obviamente levantó un clamor. La faena al primero tuvo dos partes. Dos series de larga y templada trayectoria sobre ambas manos y, después, la prestidigitación en la cara del novillo. ¿Crees que vas a pasar por aquí?; pues te equivocas, vas a pasar por este otro lado, aunque sólo sea con medio pase. Al sexto, que tenía picante, acabó sometiéndolo tras innumerables muletazos de desigual calidad. La ausencia de medida la pagó con un aviso antes de entrar a matar. Los tres espadas dilataron sus faenas, causa principal del recado que los tres recibieron.

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