Esperando el mercado
"La radicalización de la perestroika debe consistir en la profundización de la política, los métodos de aplicación de la reforma económica". Estas ideas de Gorbachov se completan, según el articulista, con la desmonopolización y el traspaso controlado hacia el mercado, necesarios para la reforma de la URSS.
Comienza la última semana de abril y se mantiene la expectativa alrededor de las medidas para "radicalizar la perestroika" anunciadas por Mijaíl Gorbachov en su discurso de investidura como presidente de la URSS, el pasado 15 de marzo. En dicho discurso sostuvo la necesidad de la radicalización en virtud de la existencia de nuevas bases jurídicas que lo permiten; la imposibilidad de mantener la coexistencia antagonista de los viejos y nuevos métodos de gestión económica, y el escaso grado de aplicación del programa de gobierno acordado el pasado mes de diciembre.La radicalización de la perestroika debe consistir en la profundización de la política, los métodos y los ritmos de aplicación de la reforma económica, para lo cual aparecen dos nuevos términos que se sitúan en el centro del discurso presidencial: la desmonopolización y el traspaso controlado hacia el mercado. Estas ideas fueron reafirmadas dos semanas después, durante el discurso pronunciado por el líder soviético con motivo de la constitución del Consejo Presidencial.
Gorbachov pretende así retomar la iniciativa en el terreno de la economía, recogiendo algunas de las críticas dirigidas contra la inoperancia de los anteriores programas gubernamentales, que no han sido capaces de corregir el rumbo de una economía sumida en un deterioro cada vez más agudo. Las ideas incorporadas al nuevo discurso significan una aplicación más consecuente de las propuestas iniciales del vicepresidente del Gobierno, L. Abalkin, pero complementadas con otras propuestas de académicos destacados, como Primakov, Shatalin y Arbátov.
Las intenciones
La conferencia extraordinaria del PCUS, en el verano de 1988, significó la apertura de un período donde el cambio político se convirtió en el eje central de la dinámica de reformas. Desde entonces se han celebrado las elecciones al Congreso de los Diputados; se ha reformado la Constitución, aceptándose el pluripartidismo y la instauración de un régimen presidencial. Recientemente se han realizado las elecciones para los soviets de diferentes repúblicas y otros niveles territoriales. Parece que ahora, sin ignorar la gravedad de los contenciosos políticos, el núcleo dirigente que preside, Gorbachov pretende afrontar de manera inmediata los acuciantes problemas de la economía.
En 1985-1986 se estableció un primer programa de reforma económica en torno a la modernización urgente del sector de construcción de maquinaria. A partir de 1987 se modificó dicha prioridad, fijándose como objetivos principales la ampliación de las relaciones mercantiles y el aumento de la oferta de bienes de consumo. Posteriormente, dado el creciente desequilibrio entre la cantidad de dinero en circulación y la reducida oferta de bienes, en 1989 se estableció un programa de gobierno destinado a conseguir recuperar la estabilidad monetario-financiera. Ahora se pretende, pues, un cuarto envite en la reforma económica a través de un paquete de medidas que se aplicarán al comenzar el verano.
El objetivo consiste en desmontar el entramado monopolista que forman las grandes empresas industriales y los ministerios que controlan una parte fundamental de los recursos productivos, al mismo tiempo que se garantiza la transición hacia el mercado de una manera controlada, pero efectiva. Las medidas que se están perfilando, y que se darán a conocer próximamente, se fundamentan en la aplicación de criterios mercantiles para la formación de los precios (excepto una parte, que seguirá bajo control administrativo); la puesta en marcha de las leyes sobre la propiedad, el arriendo y nuevas formas de propiedad colectiva en las empresas; la autonomía de funcionamiento de éstas; la liberalización de las actividades crediticio-financieras; un nuevo régimen fiscal; la liberalización de los movimientos del capital extranjero; la paulatina convertibilidad del rublo 31 otras medidas. También es posible una reforma monetaria, aunque las autoridades del Gosbank y del Gobierno lo vienen negando. Se trata de un conjunto de propuestas destinadas a perfilar una estructura de precios relativos más acorde con la situación real, que rescate el protagonismo de los agentes económicos hasta ahora anulados y que limite el papel del factótum tradicional; es decir, el aparato de Estado.
Impacto inicial
En primera instancia, casi todos los sectores políticos de dentro y fuera del PCUS parecen estar de acuerdo en la necesidad de rescatar ese protagonismo social a través del mercado; sin embargo, existen posiciones encontradas sobre la dimensión y prioridad de las diferentes medidas para conseguirlo. Estas divergencias están planteadas dentro del Gobierno y también en el círculo de asesores presidenciales. Éstos se han reunido en dos ocasiones, los días 14 y 19 de abril, sin conseguir alcanzar ningún acuerdo programático. No hay acuerdo sobre la dimensión que ha de tener el impacto inicial de las medidas, ni sobre la posibilidad de garantizar compensaciones sociales para los sectores más desfavorecidos durante el proceso de elevación de precios y contención de los ingresos; tampoco hay acuerdo sobre la magnitud que debe adoptar la liberalización de las formas de propiedad, del capital extranjero, del mercado de trabajo, etcétera. Apenas hace tres meses, N. Rizhkov afirmaba que poner en marcha medidas como las que ahora se pretenden sería una auténtica locura.
Prestigiosos especialistas y numerosos economistas que trabajan en institutos de investigación y en la propia Administración estatal muestran su escepticismo ante el nuevo envite programático. Parecen estar de vuelta del embrujo de las palabras que ha ido poniendo en escena la perestroika desde hace cinco años.
Desde el punto de vista estrictamente económico, las razones para el escepticismo pueden resumirse en:
1. La gravedad de la situación, que puede sintetizarse en estos tres datos: el estancamiento económico se ha generalizado a todas las ramas; la economía padece una alarmante desindustrialización; el dinero en circulación excede a la oferta de bienes en unos 300.000 millones de rublos.
2. La experiencia de estos cinco años, que muestra cómo, después de la adopción de diferentes medidas de reformas, bien el aparato estatal o bien la inercia social han hecho que algunas de esas medidas no se apliquen de hecho y otras sean obstaculizadas hasta el punto de que apenas pueden desempeñar un papel activo en la reforma (cooperativas, joint venture).
3. La ausencia de criterios claros que especifiquen las funciones que debe cumplir el mercado -conociendo su funcionamiento y sus consecuencias- y el papel que deben realizar los poderes públicos para influir en cuestiones estratégicas del devenir económico.
A estas razones se añaden otras de carácter político que repercuten cardinalmente sobre la reforma económica:
4. El agudizamiento de la problemática nacional, tanto a nivel de repúblicas y otros territorios inferiores como de conflictos interrepublicanos.
5. El desacierto del método utilizado por las autoridades del PCUS para abordar el tratamiento de cada conflicto, sea de naturaleza política o social, tendiendo en primera instancia a salvaguardar su posición dominante a través de medidas administrativas y coercitivas.
6. La inexistencia de un mapa político y social donde se perfilen con claridad las fuerzas que puedan consensuar la reforma. Los desplazamientos del presidente, ora a diestra, ora a siniestra, dificultan la configuración de dicho mapa. La propensión del PCUS a seguir actuando en condiciones de exclusivismo político y la escasa madurez de las agrupaciones de oposicion (sin perfiles políticos definidos) repercuten en la misma dirección.
Mimbres y canastos
En tales condiciones, cuando en la URSS se habla de la necesidad de un acuerdo general, parece que faltan los mimbres fundamentales para hacer el canasto: qué contenido, qué procqso y qué protagonistas sociopolíticos han de elaborar y desarrollar ese acuerdo. En caso contrario, la dinámica real puede quedar sometida al arbitrio de factores disgregadores donde la introducción lateral de algunos elementos del mercado y del juego político queden desprovistos de su contenido esencial y se conviertan en factores que aceleren la desintegración social, económica y territorial. En ese caso, el terreno sería cada vez más favorable para los partidarios del orden y la unidad por encima de todo, fortaleciéndose la alianza de los sectores más conservadores de la vida política y militar con los sectores más desfavorecidos por esa mercantilización de bazar y ese proceso político distorsionado: refugiados, funcionarios desplazados, desempleados, sectores más pobres de la población y otros.
Un chiste publicado recientemente por la revista Krokodil (El Cocodrilo) muestra una subasta de artículos de consumo de primera necesidad -azúcar, salchichón, manzanas, café-, y el subastador anuncia la puja por una caja de cerillas a partir de 40 rublos (ahora cuesta un kopek) ante la cara de desilusión de los ciudadanos asistentes. Si las medidas anunciadas se reducen a la postre a la elevación de los precios, entonces el crédito social a la perestroika puede situarse por debajo de cero, catalizando ese consenso de sectores conservadores y agraviados contra la reforma.
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