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GENTE

Michael Portillo

Hijo de un republicano exiliado, encargado de reformar el 'poll-tax'

Michael Portillo, hijo de un exiliado republicano español, acaba de hacerse cargo del poll-tax, el buque insignia del thatcherismo en la presente legislatura, por orden de la primera ministra británica, cuya suerte política está estrechamente ligada a la anunciada reforma de ese impopular impuesto.A punto de cumplir 37 años, Michael Portillo es la estrella más brillante de la joven generación de políticos conservadores moldeados por los estrictos principios del thatcherismo y, a pesar del rechazo que tales dogmas suscitan en la izquierda y en parte de la derecha, su nombramiento ha sido bien recibido por tirios y troyanos. "Es un desafío personal, no un cáliz envenenado", responde Portillo al inquirírsele sobre sus nuevas responsabilidades como subsecretario de Gobierno local, adonde llega con la misión de reformar el conflictivo poll-tax hasta desactivar su potencial capacidad de convertir en chatarra a la dama de hierro británica.

A Portillo se le atribuye un fanatismo conservador de corte thatcheriano adquirido en sus tiempos universitarios de Cambridge, donde estudió historia tras cursar enseñanza media en una escuela del Estado. Las creencias socialistas de sus padres quedaron atrás hace mucho, pero los principios éticos del trabajo duro y la honestidad siguen orientando su vida, en la que la mezcla hispano-escocesa de su cuna está incuestionablemente decantada hacia la britanidad. España es para él un recuerdo afectuoso de vacaciones infantiles y una lengua, alentados por un padre que cambió la enseñanza del derecho en Salamanca por el exilio en Inglaterra al concluir la guerra civil. La reciedumbre castellana del anciano Luis Portillo hoy ya sólo destila poemas transidos de tristeza y amargura.

Michael Portillo, casado y sin hijos, es un hombre hecho a sí mismo, de los que gusta rodearse la primera ministra Margaret Thatcher. Cuando ganó su escaño parlamentario en 1984, ya estaba curtido en las interioridades de la política, en la que entró a los 23 años y donde siempre ha deslumbrado, tanto por su capacidad de captar el detalle como por su finura dialéctica, empapadas ambas de cortesía y respeto para el contrario. "Es el rostro amable del thatcherismo puro y duro", dice una parlamentaria laborista aún maravillada de cómo hace un par de años, cuando estaba en el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social, Portillo consiguió presentar como lógicos unos recortes en las ayudas a padres de niños retrasados. El nuevo subsecretario tendrá que hacer acopio de todas las cualidades que le han permitido protagonizar una de las más brillantes carreras de su generación para combatir la hidra del poll-tax, un impuesto en el que el nuevo subsecretario cree a pies juntillas y en cuya defensa se juega el ser o no ser político, y no sólo el propio, sino también el de su mentora.

La recompensa por el triunfo será la entrada directa en el Gobierno y un salto arriba en la carrera hacia la cumbre. Los analistas políticos británicos ya han añadido su nombre a la lista de futuros candidatos a primer ministro, por más que su generación esté aún lejos de tales aspiraciones y sus allegados crean que carece del carisma necesario.

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