Roto el diálogo entre Iliescu y la oposición
El encuentro entre el presidente rumano, Ion Iliescu, y fuerzas de la oposición, el primer intento de diálogo entre el Frente de Salvación Nacional (FSN) y los grupos democráticos que desde hace dos semanas protestan contra supuestos intentos del FSN de monopolizar el poder más allá de las elecciones del 20 de mayo próximo, fracasó ayer antes de comenzar.
Los grupos de oposición se retiraron de la sede del gobierno tras la rotunda negativa del presidente Ion Iliescu de permitir el acceso de la prensa al encuentro. Fuentes de Bucarest informaron ayer que ya son 50 los huelguistas de hambre en la Plaza de la Universidad de la capital rumana que exigen el veto de candidaturas de ex comunistas a las elecciones. Iliescu rechazó de plano esta demanda de los manifestantes contra el FSN.Desde hace quince días diferentes grupos de la oposición al FSN se manifiestan en el centro de Bucarest en denuncia de lo que califican de intentos del poder dirigido por Iliescu y el primer ministro Petre Roman por perpetuarse en el poder e impedir unas elecciones realmente libres y democráticas.
El FSN ha hecho de la televisión rumana, ya un símbolo de la revolución que derrocó al dictador Nicolae Ceaucescu, un monopolio absoluto. Unido esto al carisma de Iliescu y a las enormes desventajas de organización e infraestructura de la oposición con respecto a un FSN que controla un aparato heredado de la dictadura, prácticamente intacto, despojan a estas primeras elecciones generales en Rumanía de gran parte de su credibilidad.
Varios miembros de la oposición han sido atacados en sus actos electorales en las últimas semanas por elementos incontrolados.
Mientras los líderes de los partidos de la oposición encuentran continuas dificultades para difundir su propaganda electoral, Iliescu viaja por el país dejándose celebrar como gran artífice de la revolución contra Ceaucescu.
La ruptura de las conversaciones de ayer y la voluntad expresa de los manifestantes, apoyados por los partidos de la oposición, de continuar con su protesta pública, supone una nueva escalada de la tensión política en Rumanía.
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