El Comite del FMI aprueba el incremento de sus recursos en un 50%
El Comité Interino del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó el lunes por la noche, tras una intensa y a veces áspera discusión y con un retraso de dos años, el incremento de sus recursos en un 50%. Tal aumento es considerado insuficiente por la inmensa mayoría de los 152 países miembros, y supone un claro triunfo de Estados Unidos y de algunos de sus socios en el grupo de los siete países más ricos del mundo (G-7), que han conseguido imponer sus puntos de vista en prácticamente todos los apartados de esta Novena Revisión de Cuotas.
Una de las propuestas de Estados Unidos que más duras críticas suscitó en los debates del comité interino, y que sin embargo fue finalmente aprobada, fue la vinculación directa del incremento de cuotas a la puesta en práctica de un mecanismo que permitirá suspender de sus derechos en el Fondo a los países más recalcitrantemente morosos -11 en la actualidad-, entre los que destacan Perú, Zaire y Sudán-, que adeudan en conjunto casi 4.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional.Hay que recordar que EE UU dispone, de más del 19% de los votos en el organismo, y es el único país que disfruta de derecho al veto.
La próxima revisión de cuotas (incremento de recursos) tendrá lugar antes de finales de marzo de 1993, lo que supone el único éxito apreciable de los países medios, en desarrollo y subdesarrollados, frente a EE UU, que pretendía demorar la revisión hasta 1995.
La aportación efectiva de las cuotas aprobadas el lunes por la noche se demorará, sin embargo, hasta finales de 1991.
La impresión generalizada entre las delegaciones asistentes a esta reunión del FMI es que la organización emerge de la llamada década de la deuda (1980-1990), en la que continentes enteros como Latinoamérica han quedado sepultados por una abrumadora deuda externa, con unos recursos demasiado magros y muy escasas ambiciones.
Los poco apreciables resultados de la estrategia para reducir la deuda contenida en el Plan Brady, que se ha revelado lento en la práctica y ha topado con el obstáculo de la avidez financiera de la banca privada, no permiten albergar grandes esperanzas acerca de una sensible mejoría de la situación de los países endeudados en los próximos años.
Por otra parte, la creciente devoción de los países más industrializados por el uso del G-7 (Estados Unidos, Japón, República Federal de Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá e Italia) como instrumento básico de la diplomacia económica, en perjuicio de un organismo multilateral mucho más lento y menos homogéneo, como el Fondo Monetario Internacional, ha restado a este último la preponderancia de que disfrutaba a principios de la década en materia de política económica internacional.
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