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Final de una 'aventura' de dos años y medio

Dos años y medio ha durado la pelea entre el grupo liderado por Construcciones y Contratas y los gestores del Banco Central por el control de la entidad. El acuerdo alcanzado formalmente ayer despeja todas las incógnitas sobre el futuro del principal paquete de acciones de la entidad, en torno al 12% del capital, a favor del presidente del banco, Alfonso Escámez, que lo recolocará en un año a partir de finales de este mes.En noviembre de 1987 el grupo Construcciones y Contratas, liderado entonces por Alberto Cortina y Alberto Alcocer, primos entre sí y maridos de las hermanas Alicia y Esther Koplowitz, cerraba un acuerdo con el grupo KIO por el que se creaba la sociedad Cartera Central, tenedera del 12,5%, de las acciones del Banco Central con el objetivo de llegar a controlar la gestión de la entidad financiera. La inversión desembolsada en ese momento se situaba en 32.000 millones de pesetas, equivalentes a la participación accionarial. Construcciones y Contratas controlaba algo más del 50% de la nueva sociedad y KIO el resto.

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Los nuevos accionistas fueron mal recibidos por el Banco Central, cuyos gestores se sintieron engañados y trataron de poner todos los obstáculos legales para el reconocimiento del nuevo paquete que era, con mucho, el principal accionista de la entidad. Al final tuvieron que ceder y los representantes de Cartera Central ocuparon puestos en el consejo del Central en la junta de accionista.s que se celebró en enero de 1988.

A partir de ahí Escámez se planteó iniciar un proceso de fusión con Banesto con el objetivo, entre otros, de diluir el peso accionarial de Cartera Central ya que en el nuevo banco solo representaría, el 6% del capital. Los Albertos reaccionaron adquiriendo acciones de Banesto y buscando aliados como la ONCE, que adquirieron un paquete adicional del Central con el objetivo de llegar a controlar el 10% del banco fusionado. En medio de toda esta pelea Miguel Boyer, ex ministro de Economía, fue nombrado presidente de Cartera Central como un elemento más de presión.

La fusión de las dos entidades acabó fracasando por la oposición de los principales accionistas, de consejeros de Banesto, del escaso deseo de los dos presidentes de alcanzar un acuerdo definitivo y de las reticencias de las autoridades económicas a una operación que no acababan de ver. La separación matrimonial de los dos Albertos acabó jugando en contra de los objetivos de control del banco. A partir de ahí el grupo KIO procedió a una salida ordenada de su participación en el Central. En abril del año pasado vendió su participación en Cartera Central, y el 2% adicional que tenía del banco en una sociedad controlada, por un valor de 42.000 millones de pesetas, a los que había que añadir los intereses devengados por el aplazamiento.

La salida de KIO provocó inicialmente un nuevo proceso de acoso a la gerencia del Central que culminó con la renuncia de los representantes de Cartera Central en el consejo de administración del banco poco antes de que se iniciara la junta general de accionistas en junio del pasado año. Cartera Central impugnó los acuerdos de la junta.

La separación matrimonial de las dos hermanas y los primos, y la crisis en el grupo cuya cabecera lo forma Construcciones y Contratas provocó, junto a la salida de los gestores de la sociedad, el replanteamiento de toda la operación de control sobre el Central. Al final el paquete accionarial será distribuido por los gestores del Central.

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