El G-7 toma las riendas del FMI y acuerda que sus fondos se incrementen en un 50%
El Grupo de los Siete (G-7), reunido ayer en Washington, bendijo la propuesta amparada por Estados Unidos de incrementar el un 50% los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los Siete (Estados Unidos, Japón, República Federal de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) suman más del 47% de los votos distribuidos entre cada uno de los 152 países miembros del Fondo. Ello garantiza en la práctica que el acuerdo adoptado ayer por el G-7 será asumido por el comité interino del FMI, cuya reunión comenzará hoy.
En el comunicado emitido tras la reunión, los siete califican de "suficiente" el aumento del 50%, a pesar, de que la gran mayoría de los países miembros del FMI ha venido mostrándose partidaria de incrementos muy superiores a éste.La postura restrictiva de los Estados Unidos -con mucho el mayor accionista del Fondo Monetario Internacional, con un 19,10% de los votos-, amparada por sus socios del G-7, fue muy criticada por el grupo de los veinticuatro (G-24), el foro en el que eitán representados los países más pobres del planeta.
El G-24 consideró, tras sus deliberacíones de los últimos días, que un incremento del 100%, sería el mínimo admisible para hacer frente a las necesidades de los países endeudados y a la oleada de solicitudes de ayuda procedentes de los países Este de Europa.
Los apoyos
Sin embargo, director ejecutivo del FMI, el francés Michel Camdessus, admitió el sábado que los actuales recursos de la Institución (unos 120.000 millones de dólares) no serían duplicados, como él mismo ha venido demandando en numerosas ocasiones, y asumió implícitamente que EE UU -con el apoyo del Reino Unido y la RFA- acabaría imponierido su criterio. Ello hará que el Fondo se vea obligado ocasionalmente a pedir préstamos para mantener sus programas en funcionamiento.La posición estadounidense refuerza la extendida impresión de que Washington ha dejado de considerar al Fondo Monetario Internacional como un instrumento primordial de la llamada diplomacia económica, en beneficio del G-7, cuya preponderancia ha sido clara desde la reunión secreta del hotel Plaza de Nueva York, en 1985. Allí, los siete grandes consiguieron poner bajo control a la moneda norteamericana e iniciaron una política de constante cooperación mantenida hasta ahora. El último ejemplo de la misrna fue la reunión que mantuvieron el mes pasado en la capital francesa, en esta ocasión para frenar el desplome del yen japonés.
Unificación alemana
En la reunión de ayer el G-7 no sólo debatió el incremento de cuotas del Fondo Monetario Internacional, que servirá, adicionalmente, para llevar a Japón y a la Repúlica Feneral Alemana, más o menos igualados, al segundo puesto en cuanto a votos, en detrimento del Reino Unido y Francia.La unificación alemana y el seguimiento de la evolución del yen y de los tipos de interés figuraban igualmente en la agenda de los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de las siete potencias económicas. El problema de la deuda externa, fundamentalmente la latinoamericana, que centró la atención del grupo de los site países más industrializados del mundo a lo largo del año pasado, ha quedado prácticamente en el olvido.
Esta aparente indiferencia de los países ricos ante los problemas de los países en desarrollo o subdesarrollados fue severamente criticada ayer, en una conferencia de prensa, por el presidente del comité de desarrollo del Fondó Monetario Internacional, Bernard Chidzero. Éste afirmó que la creciente apetencia de los capitales internacionales por afluir hacia los países del Este europeo, en perjuicio de Latinoamérica, África y las zonas más pobres de Asia, "puede llegar a poner en peligro la seguridad mundial".
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