Matanzo
Fascinante Matanzo, el boquirroto concejal madrileño del PP. Es totalmente nuestro hombre como un residuo merovingio, un estrato geológico de antigüedad remota. Quiero decir con esto que es un varón vetusto. Ciertamente asombra encontrar a estas alturas un político tan sin desbravar.El alcalde no le habla, y su jefe municipal, Manzano, intenta mantenerle callado. Pero Matanzo no para de largar inconveniencias: es una pieza de museo verborreica. Y, así, sostiene que Fraga y Aznar están con él. De Fraga no me extraña, porque pertenece también al mesozoico (si bien es una ruina nobilísima); pero de Aznar, que va de juvenil y saleroso, me asombra y hasta me inquieta. No se puede apoyar a Matanzo impunemente.
Con su boquita largona y metepatas, nuestro amigo Matanzo acaba de decir algo terrible. En una entrevista en Diario 16 asegura poseer datos que, de hacerse públicos, "podrían hacer pupa a más de uno", y promete que, si algún día le echan de la política, "hablaré, y lo que dijera tendría mucho peligro". Y se queda tan ancho y tan contento. Que me explique Matanzo, si no le importa, qué demonios sabe que resulta ser tan peligroso. Y si conoce en verdad algo torcido e indigno, ¿por qué no lo denuncia ahora, a cuento de qué (o quizá a cuenta de quién) calla? Que me explique, sobre todo, cómo es posible que un político amenace abiertamente a sus colegas, e incluso, o eso me parece colegir, a sus propios compañeros de partido, con ese reto tan de chantajista de opereta del "si me echan, largo". Porque sus baladronadas y sus insinuaciones llueven sobre mojado, caen sobre las pestilencias del caso Naseiro y la sospecha de los muchos pringados. En fin, que el susodicho concejal me parece un bárbaro. A lo peor, el aspecto moderno de la nueva derecha no es más que eso, simple apariencia. A lo peor no hay más partido popular que el de Matanzo.