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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La crisis del PCUS

LA SITUACIÓN creada en los Ayuntamientos de Moscú y de Leningrado es la demostración más evidente de los cambios profundos registrados en la vida política de la URSS. Como consecuencia de la victoria de los reformistas radicales en las elecciones municipales y regionales, el aparato comunista ha perdido el con trol de la administración de las dos principales ciudades del país. En Moscú, sobre los 465 diputados de la Asamblea Municipal, Rusia Democrática (grupo opuesto al aparato del PCUS y que propugna reformas de largo alcance) cuenta con 292 escaños; el grupo Moscú, en el que figuran los fieles al comité del PCUS, 94 escaños; hay además un grupo de independientes y algunos diputados nacionalistas. En una palabra, la corriente reformista -sin duda, con matices en su seno- tiene una amplia mayoría y se apresta a elegir al economista Popov, uno de los líderes de la oposición en el Congreso de la URSS, como presidente del Soviet de Moscú.La conquista de posiciones de poder tan importantes como las de Leningrado y Moscú representa, para los reformistas, un paso fundamental. Sin duda tendrán que hacer frente a dificultades enormes para mejorar una situación desastrosa en esas administraciones, pero se inicia una experiencia completamente nueva desde hace más de 70 años. El PCUS es relegado a la oposición en aspectos que pueden tener un impacto enorme en la conciencia de los ciudadanos.

Estos hechos se producen en medio de una profunda transición política. Las reformas legales del mes pasado pusieron fin al papel dirigente del PCU S y admitieron la existencia de varios partidos. El PCUS ha dejado de ser lo que era, y aún no se sabe lo que será dentro de unos meses. Pero pasar al pluripartidismo -sobre todo con un PCUS que es mucho más que un partido- es un proceso inevitablemente complejo. Uno de los fenómenos más notables es la creciente disgregación política e ideológica dentro del propio PCUS. Muchos de los principales líderes de la oposición, como el mismo Eltsin, no han salido de sus filas. Esa diversidad de posiciones dentro del PCUS angustia y debilita al aparato, que ya no puede manejar el instrumento disciplinado de antaño.

Parajulio está convocado el congreso del PCUS, en el que se deberá decidir su futuro. Ante una prueba que consideran muy peligrosa para ellos, los conservadores han lanzado una fuerte ofensiva. Ligachov ha pedido una purga para eliminar a los reformistas más significados y volver a una ortodoxia obligatoria para todos. Pero no se trata sólo de Ligachov. La presión conservadora se refleja en el Ejército y presiona fuertemente sobre Gorbachov. Prueba de ello es la Carta aprobada por el Comité Central en la que, con frases más moderadas que las de Ligachov, se ataca a los reformistas radicales, y en particular a la corriente Plataforma Democrática. En un mes y medio, el paso atrás es significativo: el 3 de marzo, Pravda publicó esa plataforma, haciendo gala así de su disposición para un libre debate en el partido; ahora, el Comité Central exige un retorno a los principios. A la vez, el aparato del PCUS intenta privar a los nuevos municipios de Moscú y de Leningrado de los medios de comunicación que les pertenecían.

En esta situación compleja, dos actitudes se perfilan en la oposición democrática: una propugna seguir trabajando dentro del PCUS para lograr que el futuro congreso signifique un viraje serio hacia una democratización efectiva; la otra considera que esa batalla está ya perdida, y que conviene, desde ahora, pasar a la creación de un partido de orientación socialdemócrata que esté en condiciones de recoger la amplia fuerza popular que apoyó a los candidatos opositores. El peligro de tal estrategia es que daría la victoria a los conservadores en el congreso, en un momento en que el PCUS sigue siendo aún la pieza decisiva en el sistema de poder que gobierna la URSS.

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