_
_
_
_
LA BATALLA POR ANDALUCÍA

La resistencia de don José

Alfonso Guerra gana una nueva batalla en Andalucía mandando a casa a Rodríguez de la Borbolla

"Yo seré siempre José Rodríguez de la Borbolla", comentaba ante el periodista. "José, no. Usted, presidente, es don José Rodríguez de la Borbolla", le replicaba el fiel ayudante. Pepote, como familiarmente se le ha conocido siempre en su Sevilla natal, en la Sevilla liberal de sus abuelos y bisabuelos, almorzaba en vísperas del Domingo de Ramos en un pequeño restaurante de su ciudad al que había acudido a tapear semanas antes con su mujer, Gracia Sánchez Caballos, una de las pocas personas que han apostado por él en los últimos tiempos. Ayer, 16 de abril, su 42º cumpleaños, no fue precisamente su día de la suerte. Ya sabe que dejará de ser presidente andaluz, pero también que seguirá siendo don José.

Estaba "enorme", como él suele decir en privado, pero sólo; resistente y con ganas, muchas ganas, de volver a ser presidente por cuatro años más. Había hecho todos los cálculos: Manuel Chaves no quería venir. Antoñita Iborra, esposa del ministro de Trabajo, se encontraba ya acomodada a Madrid y, no tenía ningún interés en ver a su marido de nuevo en Sevilla. Pero tenía la duda de que el disciplinado Chaves, tarde o temprano, por medio de una orden, no se sabe de qué parte de la Moncloa, acabase en la Junta.Leocadio Marín, candidato inicial y primer delegado del Gobierno socialista en Andalucía, se había quemado por el caso Juan Guerra. Incluso llegó a decir, tras dejar su cargo de presidente de la Cruz Roja y verse fotografiado en los periódicos en la retrospectiva, con el hermano cuestionado, que volvería a su Jaén natal a dar clases a sus alumnos sordomundos.

Y Jaime Montaner, consejero de su Gobierno, se estaba también quemando por el caso Costa Doñana y contaba con un punto en su contra: no es un hombre fiable para Alfonso Guerra. Montaner, cuestionado por el PSOE de Sevilla, calificado en petit comité por los hombres de Carlos Sanjuán en Málaga como "una mala fotocopia de Escuredo", tenía a su favor que sabe moverse solo, que se le había visto por Sevilla mucho acompañado de Francisco Palomino y Lola González, cuñado y hermana del presidente del Gobierno, y también mucho por El Puerto de Santa María, de vacaciones con Carlos Solchaga. Y eso a Arfonso no le gusta.

Los demás candidatos, José Antonio Marín Rite, presidente del Parlamento andaluz, y Enrique Linde, la mano derecha de Sanjuán en Sevilla y allí donde esté, los había incluido el propio secretario general del PSOE andaluz en la lista a modo de relleno y para dar más carnaza al juego periodístico.

Cantado

Pepote confiaba en Felipe González, pero los que conocen al presidente del Gobierno sabían de antemano que éste no estaba dispuesto a intervenir en el ruedo andaluz. "Andalucía es cosa de Arfonso", comentaba un aguerrido socialista de su cuerda. "Y lo de Pepote está cantado. Que no, que no va a repetir.... Que no se haga ilusiones. Felipe no entra en esto. Esto es cosa de Arfonso.

Alfonso Guerra, virrey de Sevilla, le ha ganado la batalla a José Rodríguez de la Borbolla. El hijo de un obrero fundidor de la Maestranza, nacido en Villalatas, al lado de la vía del tren, ha acabado con un Borbolla, bisnieto de un alcalde de Sevilla, que da nombre a una de las avenidas más importantes de la ciudad, y que llegó a ser por dos veces ministro de la I República. Las crónicas llegaron a dejar escrito para siempre que al entierro del bisabuelo de Pepote, a quien el historiador Javier Tussell define como "un prototipo de cacique bueno", fue más gente que al de Joselito.

El odio de clases, en esta Sevilla de círculos concéntricos, ha vuelto a imponerse. En esta ocasión ni ha valido el peso histórico -los Borbollas han estado con Castelar, con Martínez Barrios y con el socialismo de Felipe González- ni tampoco las encuestas, que dan mayor popularidad a Pepote que a otros, ni las frases elogiosas de sus contricantes dentro del partido sobre su gestión de Gobierno ni el sermómetro de la SER, que ayer demostró que Pepote barría a Chaves.

Sin teoría

Algunos dicen que Rodríguez de la Borbolla cae por cuestión de visceralidad. Otros lamentan que hasta hace unos días no había un razonamiento teórico para descabalgarle de la candidatura dentro del comité director y por eso le na sido encomendada al filósofo Ramón Vargas-Machuca, uno de los principales teóricos del partido, que elabore unas cuartillas con la justificación del relevo.

Pepote tenía su muerte política anunciada desde el mismo día en que Guerra le mandó a Sevilla a Carlos Sanjuán, ahorahace dos años y pico. O quizás antes cuando el borbollista Pepe Caballos, elegido con el 90% de los votos como secretario sevillano del PSOE, fue barrido por el vicepresidente. O cuando decidió cargarse a Rafael Román, como consejero de Cultura, y reemplazarlo por Javier Torres Vela.

Sin embargo, son tres los defectos que sus contricantes le achacan en privado: la falta de compenetración entre la Junta y el partido; una supuesta mala imagen popular -el guerrista Carlos Navarrete llegó a decir que cuando salía en pantalla la gente apagaba el televisor- y que se ha pasado de autonomista. Los borbollistas lo tienen claro: se despegó de Guerra, le puso nervioso y llegó a tenerle out respecto a Andalucía. Y esto se paga caro.

Pepote, pese a todo, tiene desde hace tiempo hecho su pequeflo testamento como presidente de la Junta: lo dejará todo. Pero también tiene claro su futuro: "No voy a aceptar regalos compensatorios, ni alcalde de Sevilla para 1992 ni una embajada en el extranjero. Nadie me va a retirar de la política y si es preciso vollveré a dar clases en la Universidad. ¿Que de quién soy? Soy un hombre de Felipe González. ¿Que qué voy a hacer? Resistir, como siempre. Ya lo han dicho por ahí. Aguanto más que un buzo debajo de una pecera".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_