Novillada impresentable
La actuación profesional de los veterinarios de las plazas de toros es asaz delicada. Han de encontrar el punto de equilibrio entre dos colectivos que muchas veces mantienen intereses encontrados. De una parte, la afición exige que el ganado tenga la presencia adecuada para que el factor riesgo, que es el que otorga emoción a la fiesta, se preserve. De otra, el taurinismo militante pretende, cada vez que puede, dar gato por liebre.En esa dicotomía, el papel de los veterinarios es defender los intereses de los aficionados. Para ello han de superar las presiones de los taurinos, y unas veces lo consiguen y otras no. Ayer, debieron ser muy fuertes, pues es impensable, que sin ellas, aceptaran en el reconocimiento los cuatro primeros novillos. Absolutamente carentes de trapío, sin cara, eran más propios de un festival benéfico que de una novillada de feria, en la mismísima Maestranza. El público de ésta, sin embargo, no dice ni pío. Sus famosos silencios sirven para respetar la labor de los toreros durante su actuación, lo cual es encomiable, pero también sirven para aceptar lo inaceptable. El prestigio de la plaza depende de su afición, y si ésta no expresa, públicamente, su opinión, aquel se degrada. Ayer debió rechazar el trapío de los cuatro primeros novillos.
Soto de la Fuente / Galán, Valderrama, González
Novillos de Soto de la Fuente: Muy terciados, impresentables, excepto el quinto y el sexto, y mansos excepto el cuarto, manejable. Juan Pedro Galán: tres pinchazos, estocada atravesada, dos decabellos (silencio); estocada (silencio). Domingo Valderrama: pinchazo, estocada tendida (silencio); tres pinchazos, estocada caida (silencio).Cristo González: estocada ligeramente caida (ovación con saludos); estocada (palmas). Plaza de la Real Maestranza. 16 de abril. Segunda de Feria.
Sorprende, además, que una novillada de este porte se eligiera para una tema que no es de figuras. ¿O era una prueba para ver el tamaño de las tragaderas de la afición?
La novillada, además de impresentable, fue mansa, naturalmente en distinta medida. Sólo el cuarto fue manejable. Con este género era difícil pedirle a unos novilleros, en fase de aprendizaje, algo destacable. Han puesto a contribución lo que tienen que poner los novilleros: voluntad y valor.
Juan Pedro Galán es el que lleva más tiempo toreando, pues fue becerrista numerosos años. Ayer, se acordaría de aquellos tiempos por la nimiedad de sus enemigos, que no por las facilidades que le brindaron. El primero, soso, distraído, sin ganas de vivir, resultaba imposible obtener brillo con él. Al cuarto, el único manejable, lo toreó bien con el capote, primero, a la verónica de salida, después galleando por chicuelinas.
Domingo Valderrama, novillero de corta estatura, parecía un mocetón espigado al lado de su primer enemigo. Lo toreaba sobre ambas manos con singular sabor en los ayudadados por bajo por ambos lados, y en alguna serie corta de redondos, pues más de tres seguidos no se tragaba. De naturales el novillo no aceptaba ni esa ración.
Al quinto lo citó con el cartucho de pescao, pero el cornúpeta debía estar ahíto de garbanzos y no quería pescado. Fue un remedo de aquella emocionante suer te que hiciera famosa Pepe Luis Vázquez. Tras larga espera, el novillo se arrancó, y el novillero se enmendó, teniendo la buena voluntad de volver a citar de tal guisa, y ahora sí, sin enmendarse, largarle un trallazo y dos buenos naturales.
El debutante de Chiclana, Cristo González, dejó una buena impresión. Su primero se rajó a las primeras de cambio, cuando el novillero estaba poniendo más empeño en su lucimiento.
Al sexto, lo toreó González sin brillo, el novillo se puso pegajoso e incómodo, alargando la gaita al menor descuido, con un peligro sordo. El novillero se entregaba pero no así el novillo; po tanto no podía haber conjunción
Babelia
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