'Diez negritos'
Lástima que Agatha Christie, tras ser asesinada por Hércules Poirot en un acto de legítima defensa (a mí me describe un novelista como la autora inglesa al detective belga y lo mato), no pueda dedicar su atención al asunto de la supuesta corrupción económico-política española. Aquí también hay diez negritos: el primero tenía mucha guerra y mucha tierra en La Habana y murió de una cornada; el segundo se jugó la etnia a las chapas y le hipotecaron la chapela; el tercero cambió el lacón con grelos por la naranjada y le electrocutó un teléfono; al cuarto le encontraron un tesoro debajo de la barretina y fue severamente fiscalizado; el quinto... Se me han acabado las charadas, pero el quinto negrito, lo presiento, está al caer. Ahora le tocaría al negrito colorado y unido.¿No queríais catarsis? Tres tazas llenas. Las personas de influencia de este país viven las horas más bajas de sus vidas y de nuestra historia; recuerdan ahora tiempos de anonimatos como tiempos de paraíso. Para los teóricos de la literatura se plantea un desafío epistemológico de no te menees. Esta novela se publica por entregas en los diarios. Escrita a muchas manos y en prosa mixta, a la vez judicial y a la vez de crónica de sucesos. Nadie puede discutir que sea una obra abierta, larga, y tan cuarteada que sólo el lector pos-92, si sobrevive, estará en condiciones de hacer suya toda la lógica M relato. Además, será una novela no encuadernable, que nunca estará en otra biblioteca que no sea la de la memoria colectiva. Terrible biblioteca donde cualquier proceso lógico literario se reduce a muy pocas palabras: Tiempo de choriceo, por ejemplo. A no ser que por encima de barrocos y estructuralismos se imponga el nuevo realismo de la novela policiaca y el título Diez negritos alivie el dolor ético de la peripecia. Y en cuanto al asesino, mucho me temo que sea, en este caso más que en cualquier otro, una abstracción. La mala sombra de nuestra mala historia.
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