El Madrid superó tácticamente al Estudiantes
LUIS GÓMEZ El Estudiantes amenaza con acabar la temporada sin haber obtenido su habitual triunfo anual frente al Madrid, justo cuando se le presentaba más asequible que nunca. Ayer, desperdició todas las ventajas materiales de que dispuso frente a la superioridad táctica que mostró el Madrid en la segunda parte. Los cambios de defensa, una sutileza que está imponiendo Karl entre sus hombres, terminaron por hacer convivir a los estudiantes con la desesperación.
El Madrid jugó los últimos ocho minutos ciertamente mermado, eliminado Frederick y con cuatro personales tanto Villalobos como Antonio Martín su juego exterior pasaba igual mente a mejor vida y la utilización de su potencia¡ interior -el único recurso a la vista- no era la adecuada. El marcador, naturalmente, le era adverso. Había una diferencia fáctica que el Estudiantes no fue capaz de llevar a la realidad. Es más, seis minutos después, el marcador se inclinaba por declarar al Real Madrid como franco ganador (81-88 a falta de 1.56). La victoria no fue Finalmente tan amplia porque el Madrid no es un equipo consistente y facilitó con una pérdida de balón, de las que pueden considerarse como delito penal, que el Estudiantes viviese más de la cuenta.
La solución al caso, superioridad fáctica frente a superioridad táctica, se inclinó del lado madridista. La alternancia de defensas primero, la decisión final de mantener al equipo con Cargol pegado a Winslow y el resto en zona, terminó por romper la desconocida fluidez de que había hecho gala el Estudiantes -al descanso con un 62% de acierto y al final con un 58%- y hacerlo sin desgaste de personales. En cuanto Villalobos acertó con un par de triples y Martín y Ortiz se coordinaron, la diferencia fáctica desapareció.
Fue ésta, por tanto, una delicadeza no habitual en estos choques que se solían resolver por imperio de la sinrazón (cuando ganaba Estudiantes) o por fuerza mayor (cuando lo hacía el Madrid). Y es que el Madrid de este año maldito, entre deshauciado y alocado, presenta curiosos destellos de sutileza táctica. Cuando el equipo regresa al orden, un viaje siempre sin horario fijo, restablece cierta reconciliación con el baloncesto inteligentemente jugado.
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