Gestos y gestoras
LAS GESTORAS Pro Amnistía nacieron en Euskadi a mediados de los años setenta con el objetivo de sacar a los presos vascos de las cárceles. Hoy, su objetivo es más bien el contrario: evitar que las personas detenidas por su participación en actividades relacionadas con ETA puedan regresar a sus casas acogiéndose a las posibilidades de reinserción social ofrecidas por el régimen democrático. En esa evolución se resumen trágicamente algunas de las contradicciones de la sociedad vasca actual, y en particular, el deslizamiento del nacionalismo radical hacia un fanatismo cada vez más resistente a cualquier consideración racional.Aquellas gestoras antifranquistas de los setenta, vertebradas en torno a los amigos y familiares de los presos y abiertas a la participación de diversas corrientes ideológicas, han sido sustituidas por unas estructuras férreamente controladas por elementos integrados en el llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV), eufemismo con el que se designa al tinglado formado en torno a ETA y sus ayudantes civiles. Todavía hace cinco o seis años, esa parte civil del tinglado combinaba el apoyo a la estrategia de ETA con otras actividades políticas en los ayuntamientos, barrios, centros de estudios. Hoy, sin embargo, el seguimiento cerril de los objetivos marcados en cada momento por la autoridad militar competente es ya su única estrategia. Ello se viene poniendo de relieve, por ejemplo, en las movilizaciones por la negoziazioa -tal como la entiende esa autoridad-, y útimamente, también en los intentos de oponerse a cualquier iniciativa en favor de la paz o la reconciliación, incluida la reinserción de los presos.
En recientes documentos de esas gestoras -de cuyo contenido informaba ayer este periódico- se insiste en esos planteamientos, poniendo especial énfasis en contrarrestar la influencia de la coordinadora Gesto por la Paz, en la que se integran más de medio centenar de colectivos no partidarios y que vienen realizando una valiente labor de concienciación ciudadana contra la violencia y la intolerancia. Esos colectivos son los que se manifiestan silenciosamente en numerosas localidades del País Vasco tras cada secuestro o muerte violenta de ciudadanos, independientemente de cuál sea la ideología de la víctima. Esta llamada de atención de las gestoras contra tales colectivos se produce, por otra parte, unas semanas después de que la dirección de ETA -esa dirección que ordenó matar a Yoyes por haberse desligado de la actividad terrorista- dirigiera una amenazante advertencia a sus propios presos, algunos de los cuales han sido condenados al vacío y acoso de sus propios compañeros por haberse acogido "sin autorización" al régimen abierto permitido por la legislación penitenciaria.
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