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Un plan maestro para la liberación socialista

El nuevo objetivo tiene que ser la utilización de una economía de mercado. Utilizando el lenguaje de las películas toscas, los cowboys son los chicos buenos, y los ladrones de ganado, los malos. Utilizando el lenguaje de la economía vulgar, los capitalistas son los chicos buenos y las reglamentaciones burocráticas son los malos.La mayoría de nosotros, en América, Europa occidental y Asia, estaremos interesados en una cuestión. ¿Cómo pueden Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, los países bálticos y Alemania Oriental pasar del atolladero en que se encuentran actualmente en A a la B de los mecanismos de mercado eficaces?

Y lo que puede ser un problema aún más difícil, ¿cómo puede la Unión Soviética despojarse de siete décadas de totalitarismo leninista-estalinista para llegar bien al estilo medio de Suecia o al capitalismo puro de Herbert Hoover?

Nadie conoce las respuestas a estas difíciles preguntas. Los economistas se dan cuenta de que la glasnost es mucho más fácil que la perestroika. La libertad de opinión y la concesión de libertades civiles pueden legislarse prácticamente de la noche al día. Y para los estudiantes y sus mayores resulta un proceso vertiginoso marchar por las calles y manifestarse contra antiguos malhechores.

Imitación y creación

Uno difícilmente sabe cómo empezar a reestructurar una economía. Después de todo, al mundo le costó mil años evolucionar para salir del feudalismo y entrar en el capitalismo de mercado Dado que la imitación es más rápida que la creación original, podemos ser más optimistas en el caso actual. Pero imagínense que el trabajo pudiera realizarse en cinco años, o en 10 años. ¿Cómo va a vivir la gente mientras tanto? ¿Y qué pasa con el peligro manifiesto de que mientras surja una contrarrevolución en la que, con toda probabilidad, el nivel de vida se deteriore?

No todas las regiones se enfrentan a perspectivas catastróficas del mismo calibre. Debo suponer que la perestroika podría llegar más fácilmente a Alemania Oriental que a la Unión Soviética. Sucursales de fábricas de Alemania Occidental podrían proporcionar rápidamente los conocimientos y equipos necesarios para la mano de obra barata de Alemania Oriental.

Ya en 1949, cuando los norteamericanos y el Reino Unido ocuparon Alemania Occidental, hubo un milagro económico. Ludwig Erhard, en contra de las ordenes de nuestras autoridades de ocupación, abolió el racionamiento de un día para otro. Esto, junto con una reforma del marco alemán, consiguió poner en marcha en unas pocas semanas el auge alemán de la posguerra.

El profesor Jürg Niehans, emérito de su cátedra en Berna, Suiza, ha escrito que podría observarse un milagro similar en cuestión de meses si Europa oriental se lanzara sin rodeos al capitalismo.

El profesor Jeffrey Sachs, de la universidad de Harvard, ha defendido, como asesor para Polonia, un sprint similar hacia el capitalismo. "Si estás cruzando un cañón", señala, "tienes más posibilidades de sobrevivir si lo haces en una etapa que si lo haces en dos".

Sachs y los polacos de la misma opinión son los que ahora predominan. Ahora se pueden encontrar en las tiendas carne y otros suministros. Pero, ¡ay!, la gente no tiene dinero para comprar. Hasta ahora los polacos, alentados por su fervor religioso y su odio al comunismo, se han mostrado dispuestos a aceptar un recorte pasajero en su nivel de vida.

El año pasado, antes de que las sublevaciones estudiantiles de Beijlng provocaran una reacción oficial de retroceso hacia el comunismo centralizado, los chinos solían preguntarme cómo deberían realizar su transición a una economía de mercado. Yo respondía:

"No me pregunten a mí, un experto en economía mixta, cómo reformar un Estado socialista. Pregunten al profesor János Kornai, de Budapest, que dedica la mitad de su tiempo a ser profesor en Harvard. Sabe de la falta de inventarlos en un Estado planificado y de las largas colas de clientes impacientes que esto supone. Como húngaro, tendrá más idea de lo que podrá aguantar el tráfico político".

Ahora estoy encantado de descubrir que el profesor Kornai ha escrito un libro corto sobre la Transición económica. Apareció en Hungría a finales de 1989. Acabo de ver su traducción inglesa y estoy encantado de informar que la editorial W. W. Norton la publicará en breve. La recomiendo de todo corazón y confío en que será un éxito de ventas en su género.

¿Qué es lo que receta el profesor Kornai? Deberían leer el libro completo cuando esté disponible, pero puedo resumirles unos cuantos puntos clave.

1. Kornai aconseja que la empresa privada esté libre de toda reglamentación. (Por supuesto, la gente no es libre de vender bebés o cocaína. Y seguiría siendo un delito estafar a un cliente o a un empresario.) Las empresas son libres de contratar mano de obra; cualquiera puede alquilar pisos, ahorrar, adquirir divisas, prestar dinero con intereses. Si los adultos están de acuerdo, casi cualquier cosa es posible. Y la entrada en vigor de los contratos debe estar garantizada por la ley.

Impuestos y Estado

2. El Estado, insiste Kornai, no debe -repito, no debe- apoyarse en los impuestos progresivos sobre la renta. Para justificar esta postura más bien extremista, el profesor Kornai sostiene que, como repercusión del desprecio del pueblo hacia el Estado, es muy probable que tal impuesto no pueda ponerse en vigor. Además, él cree que Hungría tiene ahora tal necesidad de ahorro y formación de capital que debe tolerar cierta desigualdad de riquezas a fin de generar más ahorro. (Quizá tenga que replantear este espinoso tema.)

3. Los ciudadanos, insiste Kornai, deben desarrollar "un respeto social... hacia el sector privado". La envidia y equiparar a los que obtienen beneficios con ladrones y tiburones es contraproducente. Hungría tiene necesidad de una nueva clase media. Napoleón habló despreciativamente de Inglaterra como de una nación de tenderos. ¡Kornai no es ningún Napoleón!

Creo que les he transmitido la esencia de esta importante contribución económica.

Lo que estaremos esperando será la primera historia de éxito de Europa oriental. Roguemos para que no tarde demasiado en llegar, porque esas regiones están viviendo a la sombra de una bomba que tiene la mecha muy corta.

Paul Samuelson es premio Nobel de Economía. Traducción: Marisol Lafuente.

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