Golpe a un nacionalismo incipiente
V. R. DE A. La detención de una docena de ciudadanos franceses como miembros activos o colaboradores de la organización terrorista ETA Militar puede representar un serio tropiezo para la credibilidad del nacionalismo en el País Vasco francés. El movimiento abertzale se encuentra en fase de rápido crecimiento pero en edad adolescente. Su presencia ante las urnas, con resultados del 10% de los votos en las últimas municipales, le han convertido en un factor a tener en cuenta.
Tres partidos actúan en Iparralde (la región del Norte), como se la denomina en euskera. El más antiguo, Ezker Mugimendu Abertzalea (EMA, Movimiento de Izquierda Nacionalista), defiende la plataforma política de la organización terrorista Iparretarrak (los del Norte) y la legitimidad de la lucha armada en suelo francés, al margen de ETA. Euskal Batasuna (EB, Unidad Vasca) es el partido gemelo de Herri Batasuna (HB) y se opone abiertamente al empleo de la violencia al norte de la frontera. La actitud de EB no procede de una actitud moral, sino táctica. Acepta la prioridad de preservar para ETA el santuario vasco francés, sin interferencias. El tercer partido, Eusko Alkartasuna (EA), es el presidido por el ex presidente del Gobierno vasco Carlos Garaikoetxea, único organizado hasta ahora a ambos lados de la frontera. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha anunciado no obstante su inminente desembarco.
Presencia activa
El nacionalismo político y cultural ha pasado, gracias a la demostración de un peso electoral, de la marginación a una presencia activa en la vida pública. 80 concejales sobre un total de casi mil se declaran abertzales. En algunos casos, gobiernan formando equipo con alcaldes centristas o socialistas.
El reconocimiento incipiente del nacionalismo se extiende al Gobierno de Paris. 128 de los 158 ayuntamientos vasco franceses decidieron ayer formar una mancomunidad para crear un Instituto Cultural Vasco. Por primera vez en la historia, existirá un embrión de organización supramunicipal coincidente con los límites del País Vasco francés.
La iniciativa, apoyada por Pierre Joxe, ministro del Interior, cuenta con fondos del Estado para cubrir su presupuesto. El camino es lento y muchos nacionalistas miran hacia el Sur con indisimulada envidia, pero su preocupación por sus propios problemas les aleja cada vez más de la estrategia de ETA. Al cabo de 20 años de esfuerzos y protestas, las ¡kastolas del Norte han logrado escolarizar en euskera a un millar de niños, los mismos que acoge un centro homólogo de cualquier pueblo medio del Sur.
