Severo varapalo
Las bolsas españolas estaban en un mal momento para hacer frente con tranquilidad a la caída de Tokio, por lo que no es de extrañar que hayan sumado un nuevo recorte que las ha puesto directamente allí donde los gestores de carteras no querrían verlas nunca, en medio de la cuesta abajo. Como en ocasiones anteriores, la presencia de papel ha sido recibida con descensos de diversa cuantía y, esta vez, con una ausencia de dinero que deja fuera de dudas la intención de los inversores, tanto particulares como institucionales.Uno de los sectores que han acusado con más fuerza los nervios del mercado ha sido el bancario, en el que algún valor llegó a ceder hasta 420 pesetas. La imposibilidad de colocar un título más, materializada en una primera amortización de capital, encuentra en los abandonos de algunos inversores institucionales de fuera de estas fronteras la presión suficiente como para que sostener los precios sea un trabajo casi imposible, aunque se repitieron los apoyos de última hora. Las sociedades de valores afines a algunos grandes bancos intervinieron un total de 143.925 títulos bancarios mediante aplicaciones u operaciones de compra, lo que indica que se mantiene la vigencia de los volúmenes de apoyo.
Los sectores industriales tampoco salieron muy bien librados de la presión del papel, sobre todo aquellos que tienen un nivel de precios lo suficientemente alto como para permitir salidas que no conlleven unas pérdidas muy abultadas.
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