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Gorbachov se ve forzado a reducir poderes para presidir la URSS

El máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, está descubriendo estos días que su poder no es absoluto y que tiene que recurrir a la negociación para imponer sus puntos de vista. Ayer, el Congreso de los Diputados Populares, el superparlamento de la URSS, aprobó convertir el país en una república presidencialista, pero antes el líder del Kremlin tuvo que avenirse a pactar una limitación de los poderes del jefe de Estado, cargo para el que, muy probablemente, será elegido hoy.

Lo que hubiese resultado insólito hace tan sólo un año se revelaba ayer como perfectamente posible en una Cámara que aún dominaba un gigantesco retrato de Lenin. Una propuesta del número uno podía ser derrotada, o al menos seriamente cuestionada, por un Parlamento que ya no es, corno solía, un simple instrumento del partido comunista.Gorbachov pretendía que se aprobase un sistema presidencialista que dejase en manos del jefe jefe del Estado un poder casi absoluto. Sin embargo, tuvo que aceptar algunos recortes, como que el presidente no podrá rechazar una ley aprobada en segunda

vuelta por el Soviet Supremo y dos tercios de los diputados. Otro compromiso estriba en que el nuevo sistema no cambia "la situación jurídica ni limita las competencias de las repúblicas soviéticas y, autónomas".

La introducción del puesto de presidente fue aprobada por 1.817 votos a favor, 133 en contra y, 61 abstenciones, de un total de 2.250 escaños, por encima, pues, de la mayoría de dos tercios necesaria para un cambio constitucional. En otra votación, el Congreso oficializó una muerte anunciada: la del monopolio de poder del partido comunista, aunque no desaparece la mención al papel de éste. Un complejo sistema de votación lo impidió, pese a que la mayoría de los diputados lo pretendían.

El artículo 6º de la ley funda mental habla ahora del papel que "el partido comunista, otros partidos políticos, organizaciones sindicales, juveniles y sociales, y movimientos de masas" han de tener "en la elaboración de la política del Estado soviético".

En el otro frente abierto, el del desafío secesionista que llega del Báltico, continuaba ayer la guerra dialéctica. Gorbachov denunció como llegítima la declaración de independencia efectuada el domingo pasado por el Parlamento de Lituania y rechazó un diálogo con los líderes de aquella república, así como con los de Estonia y Letonia. "Sólo mantenemos conversaciones con Estados extranjeros", aseguró.

Sin embargo, a escasa distancia, un diputado lituano, Nikolai Medvedev, afirmaba que, diga lo que diga Gorbachov, habrá diálogo, e incluso dio una fecha para su inicio: el 15 de marzo. El día anterior, el líder del Kremlin se había reunido ya con el presidente del Soviet Supremo de Estonia, Arnold Riutel.

Páginas 2 y 3

Editorial en la página 12

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