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'Magreo'

Rosa Montero

Si no fuera tan aterrador resultaría risible. Ese hombrecillo de mejillas fondonas, sotabarba grasienta y cara de panoli, alardeando de sus magreos con la víctima. Estoy hablando del brigada Rafael Peregrín y de sus espeluznantes declaraciones en el juicio que se está celebrando en contra suya.Al tal brigada, de blandísima mofletería, se le acusa de una violación de ribetes aún más bestiales de lo que suele ser habitual. La fiscal sostiene que el brigada pegó brutalmente a su víctima, una muchacha llamada María de los Ángeles; que la violó y luego la encerró en el maletero del coche, medio colapsada, para sacarla de allí más tarde y, mientras conducía a gran velocidad, arrojarla a la calzada con la intención de acabar con ella. La muchacha fue encontrada desnuda y conmocionada, con grandes heridas en la cara y en la espalda, y un desgarro en el ano de tal calibre que el sacro y el coxis quedaban al aire. Gravísima.

Niega el susodicho Peregrín, naturalmente, el intento de asesinato, e incluso que se consumara la violación. Pero con un desparpajo aniquilante explica lo que por lo visto para él carece por completo de importancia, y que consiste en meter mano a una mujer pese a que ella dice que no, desnudarla contra sus deseos e indignarse cuando la chica se baja del coche y empieza a pedir auxilio. Momento en que el brigada, según él mismo dice, la golpea: "Le di dos cachetes porque, sin haberle hecho nada, gritaba como una histérica y era tremendo". Y, siendo como son horribles los delitos de los que se le acusa, a mí casi me horroriza más esa naturalidad con que da por sentado su derecho al abuso. Que no sea nada para él forzar la voluntad de una mujer, porque para los fofas Peregrines que en el mundo hay las mujeres no son dueñas de sus vidas ni de sus cuerpos. Seguramente este brigada de carnadura amorfa y cara vulgar y seborreica se cree irresistible para las hembras. Si no fuera tan aterrador sería de risa.

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