El Barcelona se prepara para la 'final a cuatro' de la Copa de Europa
El Barcelona ya no vive al día, lo que no le priva de anonadar al subcampeón de las tres últimas ediciones de la Copa de Europa, el Maccabi, al que ayer, casi sin querer, humilló. El equipo azulgrana ha conseguido llegar a tan insólita situación en un club en el que privan las más altas exigencias gracias a su impresionante singladura en la liguilla. Claro que en la temporada anterior sufrió la ingrata experiencia de comprobar que su racha de éxitos no le sirvió para nada cuando, en Múnich, el Jugoplastika le cerró el paso a la consecución del título más ansiado. Ahora, Aíto García Reneses y sus jugadores ya han empezado a prepararse para estar a punto para el día D a la hora H, en la final a cuatro de Zaragoza.Así, cuando García Reneses le comentaba a Ferrán la forma de marcar mejor a Magee o llevaba a Norris o a Jiménez al banquillo, nada hacía pensar que actuara acuciado por imperiosas necesidades del momento, sino por una preconcebida estrategia cuyos objetivos miran a más largo plazo: llegar a Zaragoza en la mejor de las condiciones. Para ello, el conjunto debe dotarse de cuantas más armas mejor, tanto a nivel táctico como a nivel anímico o físico de todos sus componentes.
Frente al ritmo lento y la resolución casi monocorde de las jugadas del campeón israelí, el Barcelona respondió con la fantasía que le facilita su capacidad para desdoblar su envidiable engranaje defensivo.
Las diferencias que fue reflejando el marcador dejaron al descubierto el enorme hueco que existe entre ambos equipos. Ya desde los primeros minutos fue evidente el desfase del achacoso Maccabi respecto al Barcelona. Por supuesto, si la diferencia se hizo notable con los cincos iniciales en la pista, aumentó cuando los jugadores empezaron a compartir el banquillo. Porque, mientras que Ferrán, que ayer rozó la perfección, Crespo y Costa mantienen un ritmo similar a los titulares, Cohen, Sims y Daniel son claramente inferiores a sus compañeros, incluso aunque varios de ellos, como Mercer, Barlow y Magee, estén claramente en baja forma.
La máxima diferencia que obtuvo el Barcelona fue de 30 puntos, 80-50. En ese momento, Aíto pudo poner a prueba de nuevo la capacidad de reacción, puesto que, a pesar de que cayó en un inevitable bache con un parcial de 9-20, consiguió que fuera mínimo. Los últimos minutos del partido resultaron redundantes. Los alardes ya se habían prodigado tanto que el espectador llegó a acostumbrarse a ellos y a comprobar que el orgullo de los jugadores del Maccabi llegaba a originar varios conflictos y enfrentamientos, sin mayores consecuencias, con los árbitros y los azulgrana.
Los amantes de las matemáticas especulan todavía con una rocambolesca carambola que dejaría fuera de las semifinales al Barcelona. Pero la premisa sería que perdiera todos sus compromisos restantes, incluido el que le enfrentará al Den Helder en el Palau.
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