Descortesía japonesa
Le envío la presente como muestra de mi indignación por los hechos ocurridos en fecha 16 de enero del año en curso, y en los que fue protagonista Hisao Sakai, director general adjunto de The Industrial Bank of Japan, Ltd., sucursal en España.La sede de dicho banco y la de mi empresa se hallan situadas en el edificio Torre Picasso, de Madrid, motivo por el cual Hisao Sakai y yo somos vecinos de aparcamiento, ya que nuestras plazas son contiguas.
En la fecha señalada encontré, por segundo día consecutivo, mi plaza de aparcamiento ocupada, motivo por el cual avisé a Per Gestora, empresa encargada de la vigilancia y seguridad del edificio, para que procedieran como consideraran oportuno, teniendo que dejar mi vehículo aparcado delante del que ocupaba mi plaza, y perpendicularmente a éste, sin bloquear a ningún otro coche. Ese mismo día por la tarde fui avisada por el servicio de vigilancia de que el director general del banco japonés de la planta novena le había dado varias patadas a mi coche, produciéndole serios daños en la chapa.
A continuación, el hecho fue ratificado por dos empleados del edificio que fueron testigos presenciales de lo sucedido. Inmediatamente me dirigí a las oficinas del señor Sakai en compañía de otra persona de mi empresa, solicitando al mismo una explicación. Dicho individuo me indicó que había tenido que hacer más maniobras de las habituales para sacar su vehículo de la plaza de garaje, dado que el mío le impedía hacerlo correctamente, motivo por el cual se había enfadado mucho y le había dado varias patadas a mi coche, comunicándome a continuación, de muy malas maneras, que cualquier reclamación al respecto la hiciera a través de mi abogado.
Las declaraciones de los dos testigos indican que el individuo en cuestión no tuvo ningún problema para sacar su coche de la plaza.
Independientemente de la habilidad al volante del señor Sakai, de la responsabilidad por negligencia de Per Gestora y de las acciones legales que pueda emprender, quiero manifestarle mi profunda tristeza por lo sucedido, ya que siempre he admirado la extraordinaria cortesía y respeto hacia los demás, y especialmente hacia la propiedad privada del prójimo, demostrada, ahora veo que con deshonrosas excepciones, por el pueblo japonés.-
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