Sobre Velázquez

Los acontecimientos culturales en nuestro país son siempre una grata sorpresa, sorpresa que se incrementa, afortunadamente, ante la enorme afluencia que alguno de ellos provoca.Éste es el caso de la exposición de Velázquez en el Museo del Prado, de Madrid. Pero, como en todo espectáculo, hay luces y sombras. Destacar las luces es siempre importante (nuestra enhorabuena a la dirección del Prado). Pero también las sombras son dignas de comentar. Es importante constatar que la organización no ha sabido afrontar los detalles del magno acontecimiento.

En nuestro centro de BUP de Ontinyent (Valencia) organizamos a mediados de enero un viaje cultural para la segunda semana de febrero, y como actividad estrella, la visita a la exposición de Velázquez. Recibimos una flamante cartita de la organización del Museo citándonos para el día 9 de febrero a las tres de la tarde. Todo el viaje lo supeditamos a la citada exposición.

El 9 de febrero, y con cierta antelación, acudimos a nuestro objetivo y nos llevamos una desagradable sorpresa: "Ese papel no sirve, deben haber recibido un papel que deniega el anterior" (al día de hoy todavía no ha llegado el papelito), "nos han rebasado las previsiones, no hay nada que hacer, tienen que hacer cola como todo el mundo.

Engañados, pedimos la presencia de algún responsable, a lo que se nos contesta que no hay nadie en ese momento superior a los ujieres y al servicio de seguridad. Tampoco podemos contentarnos con el libro de reclamaciones, porque no existe. Ni siquiera la solución que se nos da es posible, necesitamos de seis a siete horas de cola, venimos desde Ontinyent (Valencia) con la tranquilidad de tener una hora concertada previamente (las tres de la tarde) y no disponemos de tiempo para afrontar dicha situación.

Nos sentimos totalmente impotentes ante tal abuso. Nadie se responsabilizaba del hecho. Nuestro viaje a Madrid, con el único objetivo de visitar la exposición de Velázquez, se ha venido abajo por la incompetencia de la organización del Museo del Prado.

Los grandes acontecimientos deben tener grandes previsiones. Y en este caso, como en tantos otros, han fallado ante la estupefacción de todos nosotros

profesores y alumnos del intituto de bachillerato de