Unas 7.000 personas asistieron al baile del Círculo de Bellas Artes
Unas 7.000 personas se preveía a medianoche que llenaran durante la madrugada el carnaval del Círculo de Bellas Artes, la fiesta en la que se centra desde hace años la movida carnavalera madrileña. Orquestas de nombres pintorescos, y no tanto, como Charanga La Imposible, o La Fe de los Necios, o Los Pecadores, o aún más, la llamada Sindicato del Crimen, recibieron la bendición del presidente de la entidad, el escultor Martín Chirino, que, disfrazado de noble de la corte de Finlandia, recibió uno a uno a los disfrazados.El Círculo de Bellas Artes había vendido a media tarde de ayer siete millones de pesetas en entradas. Los precios eran de 2.500 pesetas, para las compradas por socios, o de 4.000 pesetas, si era adquiridas por personal de a pie. La fiesta comenzó con salsa y discurría por los mismos derroteros hasta el cierre de esta edición.
Los disfraces, variados y abundantes, alternaron Batman con los de presos o de escolares. Pero el cupo mayoritario fue para los de curas y moros. Algunos se disfrazaron de pasta de dientes y, en medio del ritmo de Devórame otra vez, se percibió la presencia aislada de los últimos románticos del carnaval: los disfrazados a cara descubierta.
El Círculo de Bellas Artes fue decorado para la ocasión por Valentín Zapata, que colocó en cada uno de los pisos del edificio de la entidad unos diminutos bañistas a punto de tirarse a una imaginaria piscina. Una gigantesca escalera, de barras metálicas y peldaños de madera, daba entrada a la sala de baile. La confluencia de la Gran Vía con la calle de Alcalá presentaba después de la medianoche un atasco considerable.
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