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Kaifu desea seguir al frente del Gobierno japonés

El primer ministro japonés, Toshiki Kaifú, declaró ayer que la victoria en las urnas lo refrenda como jefe del Gobierno y que piensa agotar su mandato como presidente del Partido Liberal hasta que expire en noviembre de 1991, saliendo al paso de las especulaciones sobre su probable relevo a medio plazo por parte de uno de los barones en la sombra de la primera formación política de Japón. Kaifu dijo, tras confirmarse que los liberales mantienen la mayoría absoluta en la Cámara baja, que la victoria del domingo fue posible gracias a la unidad demostrada por todas las diferentes facciones del partido.

"Asumí la jefatura del Gobierno [en agosto de 1989] cuando el Partido Liberal estaba sumergido en la crisis más grave de toda su historia, y tuvimos que afrontar la campaña en un clima difícil. Creo que el país ha expresado el apoye) a nuestra política. Estoy muy agradecido de que el electorado nos haya permitido alcanzar una cómoda mayoría", declaró ayer por la tarde el primer ministro, en un tono bien distinto al de su habitual modestia. Kaifu reiteró de todos modos que quiere gobernar con la cooperación de las demás fuerzas políticas, y no excluyó un eventual Gabinete de coalición en el futuro. Los liberales no controlan por completo el Parlamento y se hallan en minoría en la Cámara alta después del grave revés que sufrieron en las elecciones parciales de julio de 1989. La Cámara alta no tiene, sin embargo, competencia en la aprobación del presupuesto y de los tratados internacionales, ni tampoco en la designación del jefe del Gobierno.La composición de la Cámara baja tras las elecciones del domingo queda establecida así: liberales, 275 (20 menos que en la pasada legislatura); socialistas, 136 (aumentan 53); Komeito (budista), 45 (pierden 9); comunistas, 16 (pierden 10); socialdemócratas, 14 (pierden 1 l); Partido Unido Socialdemócrata, 4 (igual que en la anterior), e independientes, 21. Doce de las mujeres de las 66 que se presentaron han obtenido escaño; la mayoría de ellas son socialistas. La presencia femenina es una de las más altas que se recuerda en la historia parlamentaria japonesa, pero esta vez no se ha superado la cifra de 22 mujeres que lograron entrar en la Cámara alta en los comicios del año pasado.

Apoyos

Los liberales tendrán en realidad una fuerza superior porque contarán con el apoyo asegurado de al menos una decena de parlamentarios independientes, entre ellos el ex primer ministro Yasuhiro Nakasone y su jefe de Gabinete, Takao Fujinami. Los dos abandonaron el partido en mayo de 1989 tras el caso Recruit y consiguieron, al igual que la casi totalidad de los implicados en el famoso escándalo de compra-venta de acciones, ser reelegidos en los comicios del domingo. Fujinami está en estos momentos siendo procesado por su presunta responsabilidad en el escándalo. Kaifu dijo ayer que los diputados implicados en el caso han sido "purificados" con el voto, pero afirmó que el acta de diputado no supone el reingreso inmediato de Nakasone en el partido.

Los socialistas han conseguido su mejor resultado en más de veinte años, pero muchos analistas opinan que han perdido una ocasión tal vez irrepetible para constituirse en una alternativa real (de gobierno. Su líder, Takako Doi, la primera mujer dirigente de un partido político en Japón, reiteró ayer a. las demás fuerzas de oposición no comunista la petición de que se unan a los socialistas para establecer un frente común en la próxima legislatura, y en particular para lograr la eliminación del impuesto del 3% al consumo. Sin embargo, los budistas del Komeito y los socialdemócratas, fuertemente derrotados en las elecciones, han dejado entrever que los resultados del domingo han sentenciado a muerte la estrategia de un Gobierno de coalición liderado por Doi.

La victoria liberal ha sido acogida con gran entusiasmo por los dirigentes de las grandes empresas, que volcaron más que nunca su respaldo financiero en la campaña del partido gobernante. "El pueblo japonés quiere que nuestra economía siga estable", comentó Eishiro Saito, presidente de la federación de asociaciones empresariales. Paradójicamente el triunfo del Gobierno no tuvo apenas reacción en el mercado de valores. La Bolsa de Tokio incluso bajó en la sesión de ayer, y el yen apenas se apreció sobre el dólar.

Estabilidad mejor que cambio

Los japoneses siguen prefiriendo la estabilidad al cambio, sobre todo cuando este último es el resultado de una nebulosa de promesas políticas que no llegan a cuajar. Ése es el análisis que hacían ayer los principales periódicos del país al evaluar las elecciones del domingo. El diario en lengua inglesa Japan Times señaló que la victoria liberal fue fruto del vacío programático de la oposición. El Asahi Shimbun acusó al Komeito y al partido socialdemócrata de no haber querido negociar seriamente con los socialistas un programa de gobierno.Los buenos resultados alcanzados por los socialistas se debieron a un sistema bipartidista y a que muchos de los grupos menores están condenados a desaparecer. De momento, sin embargo, los políticos hablan de un realineamiento de fuerzas temporal. Shin Kanemaru, uno de los principales jefes del partido gobernante, dijo ayer que el triunfo no le hace cambiar la idea de que los liberales deben intentar llegar a un acuerdo de cooperación con las demás fuerzas, incluidos los socialistas, si se desea afrontar con garantías el papel que Japón está llamado a desempeñar en el nuevo orden internacional. Los analistas opinan, no obstante, que antes de llegar a esa meta el Partido Liberal tratará a corto plazo de suscribir algún tipo de pacto con los budistas del Komeito para corregir el actual desequilibrio de un Parlamento bicéfalo. El Gobierno es minoritario en la Cámara alta. Perdió la mayoría en julio del año pasado.

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