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Adolfo Suárez pedirá hoy a su partido "manos libres" para realizar futuros pactos políticos

Adolfo Suárez, presidente del CDS, pretende convencer a su partido para que apruebe una estrategia política que permita a la dirección tener "manos libres" para llegar a acuerdos con el PSOE u otra fuerza política mayoritaria siempre que no se vulneren los principios básicos que orientan a este partido. Suárez, en conversación privada, señaló que su partido no puede aspirar a mantener eternamente "la virginidad", sino que debe asumir con naturalidad el hábito de llegar a pactos donde sea necesario para garantizar la gobernabilidad. La gestión de la dirección del CDS fue aprobada ayer por mayoría.

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La aprobación de la gestión fue por observación visual, ya que no hubo recuento de votos, aunque en torno a un 30% de los compromisarlos del tercer congreso de este partido, que empezó ayer en Torremolinos, (Málaga) votó en contra o se abstuvo.El secretario general saliente, José Ramón Caso, tuvo que emplearse ayer a fondo para defender la gestión de la dirección nacional del CDS en los últimos tres años y medio, según ha sabido EL PAÍS, que tuvo acceso a la literalidad de las intervenciones en esta primera jornada congresual que se celebró a puerta cerrada. Caso tuvo que escuchar reproches tanto del llamado sector renovador como de quienes defendieron la gestión y se entretuvo especialmente en explicar los motivos que llevaron a suscribir tres pactos concretos con el Partido Popular. Caso no se ha arrepiente de esta decisión aunque reconoció que el momento, campaña electoral de las europeas de junio pasado, no fue el más adecuado.

Precisamente Adolfo Suárez toma como meollo central de este congreso lo que pueda aprobarse sobre política de pactos del partido. En conversaciones privadas, antes de que se debatiera la ponencia política de la que saldrá la estrategia de acuerdos con otras fuerzas, Adolfo Suárez explicaba con vehemencia la necesidad de que su partido comprenda que en política no se puede mantener "la virginidad" en el sentido de llevar la independencía a unos extremos que impidan apoyar a otra fuerza política cuando sea necesario para conseguir la gobernabilidad. Suárez defenderá previsiblemente hoy estas posiciones en su discurso de clausura, una vez que nuevamente sea reelegido presidente nacional.

La jornada de la mañana, en la que se debatió el informe de gestión, acabó con la votación de los casi 1.000 compromisarlos, que asisten al congreso en representación de 54.000 militantes, que la dieron por buena aproximadamente con un 70% de los votos. No hay cifras oficiales toda vez que el recuento se hizo a ojo una vez que todos parecieron coincidir en que las papeletas a favor superaban holgadamente a las papeletas del no y de la abstención.

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Anteriormente el renovador José Luis González Quirós pidió que la votación fuera secreta. Suárez rechazó esa posibilidad en tono dolido asegurando que no podía imaginar que en ese partido alguien tuviera miedo a expresar sus convicciones libremente.

La sesión a puerta cerrada empezó con la intervención de José Ramón Caso que dijo tener el "sabor amargo" de tres derrotas electorales en seis meses. Aún así pidió que se tuviera en cuenta para votar la gestión de tres años y medio en la que, a su juicio, "se entrecruzan errores con aciertos y el balance final en positivo". Éste fue el hilo conductor de su dicurso: autocrítica y autodefensa.

Uria vez más salieron a relucir los pactos con el PP, el acoso socialista para extender la especie de que el CDS iba a firmar un gran pacto nacional con los populares y el error de la dirección del partido de no calcular los efectos "y la reacción del partido y del electorado ante esta ofensiva dejándose convencer de que se iba a una derechización".

Antonio Morillo, por Cádiz, y José Luis González Quirós, por Madrid, consumieron turnos en contra de la gestión de la direccióny Enrique Egea, de Murcia, y Tomás Martín Tamayo lo hicieron a favor aunque sus intervenciones provocaron que tomaran la palabra el portavoz parlamentario, Alejandro Rebollo, el crítico Abel Cádiz y el propio Adolfo Suárez.

Antonio Morillo, después de decir que "no pasa nada" por votar en contra dado que lo principal es que a partir de ahora se mejore la tarea del partido, señaló: "Lo hemos hecho mal, tenemos que cambiar, nos lo dicen por la calle y por todas partes y decimos no a los silencios del partido en momentos clave y no al aislamiento". Como quiera que Morillo proclamó que su disentimiento no podía ponerse en relación con los críticos que representa "Abel Cádiz y su proyecto" éste tomó la palabra por alusiones para rechazar la insinuación de que estuviera en ciernes una operación política al margen del CDS y mostrar su lealtad a Suárez no de ahora sino desde hace 12 años.

El crítico madrileño José Luis González Quirós, en una intervención sobria y respetuosa, esbozó algunos males del partido aunque no entró a fondo en las acciones concretas del CDS que pudieran avalar sus críticas sino que se extendió en las deficiencias organizativas y en la "falta de debate interno". "No tenemos órganos suficientes para acoger la opinión de todos y la solución a esto debe incorporarse a los estatutos para que permitan la corresponsabilidad". Esto no es sino la petición de los críticos de que las minorías entren en los órganos de dirección a través de un consejo político y tengan representación en todas las instancias provinciales y locales.

El diputado Fernado Castedo, por su parte, afirmó anoche que, a la vista del desarrollo del congreso, "entra dentro de lo posible que me vaya a mi casa".

El 'tahúr del Guadalquivir'

La mayoría de los militantes del CDS dieron ayer muestra inequivoca de reprobar la conducta de Juan Guerra con mucha más beligerancia de la que mostró el portavoz centrista en el Congreso, Alejandro Rebollo, al criticar el comportamiento de aquel, al haberse enriquecido amparado en su condición de hermano del vicepresidente del Gobierno. El presidente del CDS de Cádiz, Antonio Morillo, reveló la insatisfacción que sentían las bases al censurar con desparpajo a Alfonso Guerra y suscitar con ello una de las más largas ovaciones de los congresistas. "Él dijo que el presidente Adolfo Suárez era un tahúr del Misisipí, pero lo que se ha visto es que él [Alfonso Guerra] es el tahúr del Guadalquivir", exclamó entre carcajadas de la mayoría de los compromisarlos e invitados al congreso. Incluso después de que el propio portavoz parlamentario centrista explicara que le repugna tanto como al que más el comportamiento de Juan y Alfonso Guerra, pero que se debe respetar la presunción de inocencia del vicepresidente del Gobierno, Suárez tuvo salir a la tribuna para aclarar la actitud del partido ante el escándalo.El ex presidente del Gobierno advirtió que por carácter y convencimento le gusta que prevalezca el rigor y el respeto al Estado de derecho. Pero el líder centrista subrayó que si hubiera aprovechado la ocasión para recordarle a Alfonso Guerra todos los insultos y descalificaciones que le ha hecho, la opinión pública quizá habría interpretado que estaba ejerciendo una venganza.

Para explicar lo difícil que resulta ser militante centrista, el dirigente del CDS en Extremadura Tomás Martín Tamayo recordó un mitin que protagonizó en un pueblo extremeño en contra de la permanencia de España en la OTAN. "En la primera fila había sentado un señor mayor que cada vez que yo hacía una crítica exclamaba en voz alta '¡Olé tus huevos, olé sus huevos!'. Cuando terminó el acto", continuó relatando, "se me acercó y me dijo: 'Maestro, ¿eso de la OTAN tiene que ver con la enfermedad esa de los drogadictos y los maricas, no?".

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