"Ya sabes cómo es"

"Ya sabes cómo es Pato Álvarez", dicen todos los implicados en el conflicto cuando comentan las críticas del entrenador de Emilio Sánchez Vicario hacia Manuel Orantes. Pues bien, habrá que explicar cómo es Pato Álvarez.Ex jugador de tenis (el mejor de Colombia, y el único, junto a John McEnroe, que ha sido expulsado de un partido en un torneo del Grand Slam), Álvarez es un gran trabajador de las pistas al que le pierde su locuacidad y el concepto tan alto que tiene de sí mismo. Desde hace muchos años, Álvarez acompaña todo diálogo con los periodistas con esta frase: "Yo soy el mejor entrenador del mundo". No es modesto, aunque en su defensa hay que decir que ha conseguido sacar un buen rendimiento a jugadores que, como Emilio Sánchez Vicario, habían sido desahuciados por la federación.

Pato Álvarez, sin embargo, se mueve con torpeza en las relaciones humanas. Elogia públicamente a Emilio y a Javier, aunque tampoco oculta sus debilidades, y suele ensañarse con Sergio Casal, un hombre de gran discreción.

El conflicto con Manuel Orantes se veía venir. Hasta que no ha surgido un jugador como Sergi Bruguera, que ha puesto mínimamente en peligro el papel preponderante de sus chicos, Pato estaba tranquilo. En cuanto se ha tomado una decisión con la que no estaba de acuerdo, se ha lanzado al cuello de Orantes.

La crisis ha estallado por un tráfrico de influencias pequeñito: Alvarez quería que jugase Javier, el hermano de Emilio, como número dos. Han primado sus intereses personales a los del equipo.

Su salida de tono, posterior a la eliminación de España, deja claro que Álvarez, y posiblemente sus pupilos [siempre están de acuerdo con él], no han entendido todavía que la Copa Davis no tiene nada que ver con el resto de la temporada. La Copa Davis es una competición por selecciones nacionales, y, por tanto, despierta un interés entre los aficionados muy superior a los torneos en que los jugadores pelean en solitario por un cheque bancario. La Copa Davis es pura pasión, y hasta los propios jugadores olvidan el beneficio económico. Y si no, que Álvarez se lo pregunte a Sergio Casal. Seguro que nunca en el circuito ha sentido una alegría tan grande como el día que ganó a Boris Becker en Barcelona.