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Felipe González y Aníbal Cavaco Silva, satisfechos del auge de la relación entre España y Portugal

, Las relaciones hispano-portuguesas van viento en popa, hasta el punto de que los temas bilaterales tendían ayer, en Sevilla, en la cuarta cumbre entre los jefes de Gobierno, Felipe González y Aníbal Cavaco Silva, respectivamente, a ser relegados a un segundo plano, mientras las conversaciones se centraban en la defensa conjunta de los intereses del flanco sur de la Comunidad Europea (CE). González resaltó ayer la falta de contenciosos pendientes entre ambos países.

Acompañado por sus ministros de Asuntos Exteriores, Industria y Portavoz del Gobierno, así como por los secretarios de Estado de Comercio, Cooperación y para la CE, González inició ayer su encuentro con su homólogo luso a media tarde, en el parador de Carmona, y tras visitar hoy por la mañana el recinto de la Expo 92, ambos primeros ministros continuarán sus conversaciones en los Reales Alcázares.El repaso a la evolución de la relación bilateral puso de relieve una clara mejora, ilustrada por la resolución de los últimos contenciosos y la espectacular potenciación del comercio interpeninsular.

A mediados de enero, la empresa francesa Electricité de France, la española Red Eléctrica, SA, y la lusa Electricidade de Portugal zanjaron su gran litigio firmando un acuerdo modélico que prevé la venta a esta última a partir de 1994, a través de la red española, de 300 MW de energía sobrante francesa. Ahora está en estudio que la red gasística portuguesa se conecte a la española.

Los problemas bilaterales que subsisten, como el deseo de la banca española de conseguir una mayor presencia en el mercado financiero luso antes de su liberalización o la radicación en Portugal de un creciente número de planeadoras dedicadas al contrabando porque la legislación local es más permisiva que la española, son de índole menor y no enturbian en absoluto la relación, indicaron fuentes de ambas delegaciones.

La asombrosa mejora del clima bilateral queda puesta de manifiesto por el incremento de las relaciones comerciales. Las estadísticas hablan por sí solas. En 1989 España se convirtió en el primer suministrador de Portugal y en el tercer destinatario de sus exportaciones. Las ventas españolas al país vecino ascendieron a unos 310.000 millones de pesetas -superaron a todas la exportaciones españolas a América Latina- y el índice de cobertura fue del 161%, el mejor de todos los países europeos, pero tiende a equilibrarse.

Inversiones

Otro dato significativo es el auge de las inversiones españolas en Portugal, que en 1989 convirtieron a España en el segundo inversor en aquel país. Portugal es el principal destinatario del dinero español que se coloca fuera y nada menos que 700 sociedades lusas cuentan ya con capital español. Cada mes del segundo semestre del año pasado ocho nuevas em presas portuguesas contaban con una participación española en su capital.Para que esta relación sea aún más provechosa, España y Portugal han presentado conjuntamente ante la Comisión Europea un plan de potenciación de sus comunicaciones por ferrocarril, carretera, etcétera, que asciende a 150.000 millones de pesetas, con la esperanza algo optimista de que el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) subvencione hasta un 70% de esa cantidad.

González y su huésped estudian ayer y hoy la multiplicación de acciones similares para lograr que, a pesar del súbito interés que despierta Europa del Este entre los doce, la Comunidad no desatienda las necesidades de sus miembros menos afortunados.

España tiene una renta per cápita inferior a la de Alemania Oriental y la de Portugal se sitúa también por debajo de la mayoría de los ex países satélites de la URSS.

"Hay", afirmó eljefe de la diplomacia española, Francico Fernández Ordóñez, "que forjar una actitud común de cara al Este". El ministro añadió: "Las ayudas que se le brinden desde Bruselas pueden ser generosas, pero no deben concederse en detrimento de la solidaridad intracomunitaria, cuyo principal instrumento son los fondos estructurales", que pretenden atenuar las diferencias entre ricos y pobres de la CE.

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