Un póquer de ases
Edward G. Robinson era ya una vieja estrella y Steve MeQueen casi un debutante que se hizo popular gracias a su excelente interpretación en El rey del juego. Jugadores de póquer de alta escuela. Rivales de categoría. El joven Cincinati Kid, con el vicio en sus venas, llega hasta Nueva Orleans para demostrar que es el rey. Pero el veterano y tramposo Howard -encarnado por un Robinson espléndido- es el número uno y no está dispuesto a perder; tiene demasiados años de juego a sus espaldas: "Eres un gran jugador, muchacho, pero mientras esté yo aquí serás el segundo mejor", le dice a Steve McQeen.Extraordinarlo filme de suspense ambientado en los años treinta. Una trama sólidamente construida sobre el enfrentamiento de dos tipos disDuestos a dejar el pellejo en el'tapete. Una película tensa y dura donde hasta el trato galante y la caballerosidad fingida contribuyen a aumentar la intriga, una intriga asfixiante que no se revela hasta el final.
Norman Jewinson, a pesar de su escasa experiencia como director, condujo con brillantez el desarrollo de este argumento nada fácil. Supo recrearse en una ambientación que se sirve de la parafernalia del cine negro. Contada con el efectismo espectacular que caracterizaría su obra posterior, la película mantiene un ritmo vivo e inquietante que cautiva al espectador.
No desaprovechó la calidad de los actores, todos impecables, desde Karl Malden a Ann Margret, más sensual que nunca en un papel de relax, una muñeca erótica que cumple a la perfección su papel dentro de una densa trama en la que no faltan los ntos exóticos del mundo negro de Nueva Orleáns.
Otro excelente reparto es el de El conde Sandorf, una producción italo-francesa-española sin otras cualidades que la intervención de Louis Jourdan (uno de los pocos actores franceses que triunfó como galán en el Hollywood de los años cuarenta) y dos actores españoles de excepción: Paco Rabal y Serena Vergano, actriz que en los años sesenta triunfaba en el cine catalán. La película no consigue remontar las dificultades de una recreación histórica por escasez de medios y falta de ambición, algo muy típico de estas coproducciones que proliferaban en la época.
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