Alexandra Griffiths
Raptada del hospital a las 36 horas de nacer
El secuestro de la niña Alexandra en la sala de maternidad del hospital Saint Thomas de Londres, el jueves pasado, a las 36 horas de su nacimiento, ha conmocionado a la opinión pública británica. Todas las salidas aéreas y marítimas del Reino Unido están en estado de alerta y una brigada policial de 25 hombres encargada del caso acaba de ser reforzada.Una mujer de entre 30 y 35 años, que se hizo pasar por asistenta social del Ministerio de Sanidad y que dijo llamarse Christine, visitó a los padres, Dawn Griffiths, de 20 años, y su compañero, Geoffrey Harris, de 24, que acompañaban al bebé, y después de varias preguntas afirmó que necesitaba pesar a la niña. Los padres se la confiaron, y 20 minutos más tarde, hablando con una enfermera, descubrieron que su hija había sido secuestrada.
Previamente, la secuestradora había visitado a otra madre en el mismo hospital, pero en este caso se vio frustrada porque el hijo había nacido prematuramente por medio de cesárea y se encontraba en una unidad de vigilancia intensiva. La descripción de los padres de ambos niños y de otros testigos ha servido para elaborar un retrato robot de la secuestradora, descrita como "de 1,60 metros de estatura, delgada, con el cabello castaño claro y corto, la tez pálida y con un ligero acento londinense de clase obrera".
La policía, que ya ha recibido más de 500 llamadas de personas que afirman haberla visto en distintos lugares del Reino Unido, centra sus investigaciones en mujeres que de una forma u otra acaban de perder un hijo y que pueden sufrir de depresión posparto. En cualquier caso, el coordinador del caso, John Bassett, ha declarado que es mucho más importante la recuperación de la niña que la detención de la culpable.
Los padres celebraron el domingo una dramática conferencia de prensa pidiendo a la secuestradora la devolución de su hija, a la que los abuelos ni siquiera han tenido tiempo de conocer. "Si puede verme ahora que sepa lo que estoy sufriendo, lo que mi familia está sufriendo. Por favor, devuélvame a mi hija", exclamó entre lágrimas.
Mientras tanto, la prensa amarilla se ha lanzado sobre el caso. El sensacionalista Sunday Mirror se quejaba de los sistemas de seguridad de los hospitales y llegaba a afirmar que nadie protege a los niños que nacen, en contraste con las joyerías, los bancos, la familia real y los políticos, que son custodiados día y noche. Por el contrario, The Guardian hacía una llamada al sentido común y resaltaba las dificultades de establecer sistemas rigurosos de vigilancia cuando en el país nacen más de medio millón de niños todos los años, y un hospital como el Saint Thomas, al que acuden más de 1.500 visitantes todos los días, cuenta con 800 camas y 13 salidas diferentes.
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