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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Actores sin argumentos

La intervención de Franco Nero en Keoma y de Jack Lemmon en Amor bajo fianza, es lo más destacable de la programación cinematográfica. El domingo pasado en Tuareg se pudo apreciar el escaso talento como director de Enzo G. Castellani, que repite hoy en Keoma. Keoma es un mestizo que al acabar la guerra de secesión americana vuelve a su ciudad para enfrentarse a una banda de malhechores e imponer el orden.Castellani es un prolífico realizador de spaghetti western que carece de cualquier indicio de creatividad. En esta típica historia rodada en Italia decidió emular el estilo ímpactante y sanguinario de¡ peor Sergio Leone. El resultado fue un subproducto que aunque sigue los cánones del western es incapaz de transmitir las mínimas sensaciones propias del género. Castellani pretendió paliar los escasos medios de producción y la falta de calidad de los intérpretes secundarios con escenas plagadas de efectos ópticos, trucos de cámara fáciles y sensacionalísmo visual.

La interpretación de Franco Nero, recluido entonces a encarnar papeles dentro de su país después de los frustrados intentos de lanzamiento internacional -Camelot, Tristana, Los magníficos y Querelle- es lo más elogioso. También merece atención la interpretación de Woody Strode, el actor de color preferido por John Huston y que encumbró a la gloria cuando en 1960 le propuso protagonizar una olvidada película titulada Sargento negro.

Cuando en 1977 se estrenó en España Amor bajofianza fue calíficada para mayores de 18 años con reparos. Nada tiene de extraño, puesto que El apartamento -también interpretada por Jack Lemmon y repuesta aquel mismo año para apoyar el lanzamiento de la primera- figuraba también como película para mayores de 18.

Sin embargo, esta comedia secundarla que relata la historia de un cínico prestamista y sus alocados amores con una gitana no merecía esa rigurosa atención calificatoria.

Inexplicablemente, Leinmon aceptó ser dirigido por un desconocido realizador, John Korty, que no supo extraer del actor las mínimas cotas de su calidad innegable.

No obstante, él -aunque más irreconocible que nunca a pesar de las muchas películas en las que hizo de transfórmista- y una Genevieve Bujold todavía muy lejos de su éxito en Elígeme, son el atractivo principal de la película. La trama, cargada de incoherencias y situaciones contradictorias, se basó en la novela humorística The baibondsman de Stanley Elkin.

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