Solteras
Al iniciar Reagan su idilio amoroso con Gorbachov, el presidente de Estados Unidos se apropió de un proverbio ruso que las agencias norteamericanas de detectives privados acaban de adoptar como eslogan: "Confíe, sí, pero verificando".La obsesión de las solteras yanquies, cuyas madres ya no cumplen la vieja función de espionaje de los pretendientes, es contratar a un detective privado para que investigue la vida y milagros del boyfriend de turno. El verdadero empleo, sus ingresos profesionales, sus antecedentes familiares y su ficha sexual encabezan la lista del cuestionarlo que el espía a sueldo deberá cumplimentar para satisfacer a la clienta.
El miedo al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) se ha disparado en todas las direcciones imaginables, y si antes de la aparición devastadora de la plaga mortal ya existía una fuerte demanda de cónyuges femeninos por descubrir las infidelidades sexuales del marido, al terror de las casadas se suma hoy el pánico de las solteras.
El presidente de la US National Association of Investigative Specialists ha declarado que la reciente avalancha de clientela femenina, que supera con creces a la masculina, está justificada. Y aludió a los casos en que un exceso de confianza precipitó a muchas solteras a la estafa sentimental, la ruina económica o, lo que es peor, la enfermedad incurable. Por 500 dólares (unas 55.000 pesetas), la agencia de detectives Inter-Tect, de Houston, facilita al cabo de una semana el informe completo de cualquier individuo, incluidas sus infracciones de tráfico, embargos y bancarrotas. Nombre y número de la Seguridad Social del investigado es todo lo que pide la empresa.
El dictamen más desolador que reciben las clientas es una prueba insospechada de que el hombre que las seduce es un impostor profesional o un gay. El espionaje mata el romanticismo del amor. Pero también puede salvar la vida de la víctima de ese mal.
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